Dicen que no existe la falta de tiempo, que existe
la falta de interés, porque cuando la gente realmente quiere, la madrugada se
vuelve día, martes se vuelve sábado y un momento se vuelve oportunidad.
Quien mucho
espera, se decepciona y sufre. La verdad es que la falta de interés duele, y mucho. Va más allá
de la decepción, son crueles punzadas de dolor en el estómago, como si algo por dentro nos
desgarrara el alma.
En el momento en el que nos hieren, no podemos
hacer nada para aliviar ese dolor,
pues mantener nuestra cordura ante el abandono y la humillación ya supone
suficiente esfuerzo.
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