Tú mismo entierras tus sueños cuando
crees que no puedes dar la talla y que no vales y no puedes.
Acaso
rezas para que Dios te ayude, pero ¿de qué sirve cuando tú mismo te pones
zancadillas al no amarte?
Necesitas una fuerte autoestima,
valorarte y dar un buen fruto con tus dones o talentos y confiar.
Todos
nacemos con estrella y los triunfadores sencillamente creen, dan lo mejor,
perseveran y no se rinden.
No son seres más especiales, no, son
personas que le ponen un extra a lo ordinario y lo convierten en
extraordinario.
Por eso
decía un atleta olímpico: “Dicen que tengo suerte. Para nada, mi suerte es
entrenar cada día seis o siete horas.
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