La serena aceptación es un sendero de paz
Aceptar es asumir con amor la realidad, aunque
te pese.
Aceptación
es no hacer resistencia y evitar conflictos estériles y un desgaste estresante.
La vida está en la paz interior que brota de la
aceptación serena.
La vives si de verdad estás con Dios.
Simplemente
cree que lo que llega es para tu bien, aunque lo veas como “malo”.
Con la
aceptación tu ser descansa; te sientes unificado con lo que es, dónde y como
es.
Todo es como
debe ser. No hay injusticias y cada ser tiene lo que se merece.
Ganas mucho
si eres flexible y eliges adaptarte.
Borra la idea traicionera de cómo “debe ser” la
realidad.
Es como es
y punto.
Acepta lo
que no puedes controlar porque todo depende de tu actitud, de tu reacción.
Ilumina todo con la
luz del amor.
Nadie es malo ni bueno. Cada cual hace lo
mejor que puede en su estado de consciencia.
Ante todo acéptate a ti mismo. Pide a Dios
serenidad para aceptar lo que no puedes cambiar.
Este es un día
radiante si caes en la cuenta de que no puedes cambiar a los demás.
Asume ya mismo un compromiso: Me acepto y
todo lo acepto.
Todo cambia cuando
cambias en tu interior.
Con Dios en el alma no
forcejeas con la realidad y fluyes en paz.
La
aceptación te da quietud y gozo; te da Vida.
La aceptación te da una quietud inocente
que se confunde con la misma felicidad.
Repite este compromiso: Elijo aceptarme y aceptar a
los otros tal como son.
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