Posesivo:
sus celos no se limitan al sexo opuesto. Odia que cualquier ser viviente
(madre, hermano, tía, perro, vegetal) le robe el tiempo y la atención de su
pareja. No soporta sentir que -por un segundo siquiera- ocupa el segundo lugar
en la mente de su amado/a.
Resentido:
siempre teme y sospecha que su pareja vive recordando relaciones anteriores. Se
imagina todo lo que su novio/a ha compartido con otras personas y sufre. Le
gustaría haber sido su primer amor, con tal de estar presente en cada una de
las memorias. Su peor faceta: pregunta lo que en realidad no quiere saber.
Ocurre que tampoco tolera sentir que no sabe algo.
Invasor:
revisa agendas, husmea en la correspondencia, abre los correos electrónicos y
hace todas esas cosas que molestan a cualquiera. La peor parte: cuando la
víctima de espionaje reclama, este celoso dice: ¡Ah! ¿Así que escondes algo?
Sin
limites: tiene repentinos ataques de celos por cualquier cosa. Y la
mayoría de sus apreciaciones
y reclamos tiene tan poco que ver con la realidad que lo
único que consiguen es complicar la relación. "¿Y desde cuándo te gustan
las películas de acción? Habrás conocido a alguien que influenció..."; o
"¿Un nuevo compañero de trabajo?... ¿Cuántos años tiene? ¿Es soltero? ¿Te
parece buen mozo?", son frases frecuentes en su boca.
Abandonador:
sin necesidad de que su pareja haya concebido siquiera la idea de ser infiel,
este celoso avisa que lo peor que le pueden hacer es mentirle, que jamás
perdonaría una traición, que no dudaría en desaparecer si se enterara...
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