“¿Tienen internet?” Es lo
primero que pregunto cuando llego a algún lugar de vacaciones. Me siento
importante y ultramoderna, pero sé que lo único que muestro es mi incapacidad
de pasar un solo día desconectada. Se supone que uso mi laptop para
trabajar, pero en realidad
hago mil cosas totalmente inútiles con ella. Ejemplos:
Busco en Google a personas que
no he visto en 20 años. Eso me da algunos breves y tristes placeres,
como ver que la chica más bonita de la secundaria ahora es un bulto fofo.
Ver sitios de bienes raíces sin la
intención de comprar ni alquilar nada.
Leer las páginas de Facebook de
personas que no conozco, únicamente para fantasear sobre sus vidas.
Hacer clic en sitios que ofrecen bajar de peso sin hacer dieta.
Ver videos que
se volvieron virales y leer todos los comentarios.
Si uno de mis hijos me pregunta algo cuando estoy frente
a la pantalla, respondo: “Hmmm, ahora no, ¿no ves que estoy trabajando?
Espera”. Pero el otro día, cuando recibí un e-mail que decía “Mami, ¿qué hay de
comer?”, pensé que era urgente acabar con mi dependencia de la Red. Juré frente
a testigos que permanecería lejos de la computadora por una semana, pero antes
busqué “Adicción a Internet” en Google y obtuve miles de resultados. Le voy a
echar sólo un vistazo rápido a cada uno de ellos y mañana me desconectaré. ¡Lo
prometo!
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