El
papa Francisco ha afirmado que puede hablarse de una tercera Guerra Mundial que
se desarrolla "por partes" mediante "crímenes, masacres y
destrucciones".
El pontífice ha invocado la paz para detener la "locura bélica actual
que crece destruyendo y trastornándolo todo". También ha recordado
que hay muchas víctimas porque convergen "intereses, estrategias
geopolíticas y codicia de dinero y poder".
El pontífice hizo estas afirmaciones durante la homilía
para recordar a los caídos de la Primera Guerra Mundial cuando se cumplen 100
años de su inicio y a los damnificados por todos los conflictos bélicos.
Este es el primero de los dos actos programados para esta
jornada de sábado, en la localidad
septentrional de Fogliano Redipuglia, a pocos kilómetros de la frontera con
Austria y Eslovenia, uno de los frentes de la Gran Guerra. Allí permanecen sepultados
14.550 soldados del Eje Central, de ellos solo 2.550 identificados.
"Hoy, tras el segundo fracaso de una guerra mundial,
quizás se puede hablar de una tercera guerra combatida "por partes",
con crímenes, masacres, destrucciones", aseveró. Francisco indicó que la guerra es "una
locura" que crece destruyendo y trastornándolo todo, hasta la relación
entre hermanos y "lo más hermoso que Dios ha creado", el ser humano.
También recordó que este sábado en día hay muchas
víctimas y esto sucede porque "en la sombra" convergen "intereses, estrategias
geopolíticas y codicia de dinero y de poder", que a menudo encuentran
justificación en la ideología.
En
concreto criticó a la industria armamentística —"que parece ser tan
importante"— a la que tildó junto al resto de factores de
"planificadores del terror" y de "organizadores del
desencuentro".
El papa también hizo un alegato contra la indiferencia al
recordar la respuesta de Caín al ser preguntado por Dios por el paradero de
Abel: "¿A mi qué me importa? ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?" (Gn 4,9).
"Con corazón de hijo, de hermano, de padre", el papa pidió a la
humanidad pasar de ese "¿A mi qué me importa?" al "llanto",
es decir, a la reacción contra el belicismo porque "la humanidad tiene necesidad de llorar, y
esta es la hora del llanto".
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