Haz un ejercicio simple:
Escribe
una dirigida a ti como amigo (A mi otro yo). Dile lo que piensas, felicítalo
por lo que hace, háblale de tu familia, compañeros y amigos y diles lo que
deben cambiar y dale consejos para que mejore su calidad de vida.
Lee de nuevo lo que escribiste y reflexiona.
Ese
amigo es tu “yo profundo” porque la carta va dirigida a tí.
Casi siempre vemos una parte que prefieres reprimir u
olvidar, sin darnos cuenta lo que vemos negativo en los demás es un reflejo de
nosotros mismos, son
partes de nosotros reflejado en las demás personas, ya sean amigas o gente que
tenemos alrededor.
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