Cada
vez son más comunes las noticias que hablan sobre políticos que sostienen
relaciones extramatrimoniales y a la vez se quejan de la pérdida de los valores
familiares.
Estos y muchos otros casos permiten establecer una relación,
aunque sea anecdótica, entre poder e hipocresía. Recientemente la Tilburg
University, en Holanda, y la Northwestern University en Illinois, hicieron una
serie de experimentos para determinar si, como dice el dicho, “el poder tiende a corromper”.
En el primer experimento, le pidieron a 61 estudiantes
universitarios que escribieran sobre algún momento de sus vidas en que
estuvieron en una posición de poder o de subordinación. Algunos estudios
previos han determinado que esta es una buena manera de establecer en qué
posición se siente actualmente la persona.
Cada
grupo (poderosos y subordinados) fue a su vez separado en dos grupos. A
una de las partes se le pidió que calificaran (en una escala de 1 al 9, en la
que “1” significa sumamente inmoral y “9” significa sumamente moral) qué tan
reprobable es reportar más viáticos de los gastados en un determinado viaje.
A la otra mitad se le pidió que participara en un juego de
dados. Los jugadores debían lanzar dos dados de diez lados (uno para las “decenas”
y otro para las “unidades”) sin que nadie los viera y anotar los resultados. El
número que sacaran, que podía estar entre uno y cien (dos ceros), determinaría
el número de billetes que recibirían para una lotería que se haría más tarde.
En el
caso de los viáticos, los participantes en posición de poder calificaron, en
promedio, con un 5,8 (sobre 9) el hecho de reportar más viáticos de los
utilizados.
En cambio, las personas en situación de subordinación le
dieron un 7,2. En otras palabras, los poderosos aprueban la moralidad. En cambio, en el juego de dados,
los poderosos dijeron que habían sacado 70 (en promedio) mientras que los
subordinados dijeron que habían sacado 59 (en promedio). Aunque es
posible que los subordinados hayan hecho trampa, los poderosos estaban haciendo
trampa sin lugar a dudas.
En conjunto, estos resultados sugieren de hecho que el poder
tiende a corromper y a promover la hipocresía de exigirles a los demás más de
lo que nosotros mismos estamos dispuestos a dar.
Esto no es de sorprender, pero no está de más contar con una
prueba empírica. Otra observación derivada de estos y otros experimentos es que
la gente poderosa casi nunca se muestra arrepentida. No es sólo que abusan del
sistema, sino que se sienten con el derecho de abusar del mismo.
NOTA: TODO MUESTRA UNA VEZ MAS QUE EXISTE UNA GRAN CRISIS DE VALORES EN
NUESTRA SOCIEDAD
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