Está inconcluso porque estaba esperando una
inspiración que nunca llegó para terminar de escribirlo. Ayer, buscando un
archivo lo encontré. No recordaba que lo había escrito. Y ahora estoy mucho más
segura de que esa inspiración que necesitaba para concluirlo nunca llegará,
porque la fuente de la que provenía se extinguió.
Anoche
toqué una estrella.
Era
como el hielo,
fría,
helada, gélida.
La noche estaba oscura,
y las estrellas danzaban,
entre las nubes se escondían,
rezaban, jugaban, corrían,
nadaban, como delfines,
entre olas de vapor.
Las
estrellas son los delfines del cielo,
tan
calmas, tan dulces.
Las estrellas son las luciérnagas del
firmamento,
y alumbran pastizales de nubes,
con luces intermitentes,
que prenden y apagan.
Anoche toqué una estrella,
la cogí entre mis manos,
y brillaba, con su luz blanquecina
en mis manos manchadas de pintura.
Y le hablaba, a mis oídos adoloridos por la
música.
Y preguntaba, a mi boca untada de poesía.
Y
rozaba mis manos, untándolas de polvo de estrellas.
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