La meta de la vida es el progreso espiritual, es refinar día a día el espíritu y lograr la paz interior y armonía.
La meta de la vida es llegar al dominio de sí mismo y fluir en el amor en sintonía con Dios.
Es un trabajo de alfarería en el que necesitas modelarte a ti mismo y dejar de lado todo lo que te amarra.
La serenidad que ansías nace del amor generoso, el desapego, el perdón y la aceptación.
Pero no es fácil cuidar el alma si te dejas atrapar por lo material y por los afanes del Ego.
Aprende, entonces, a amar el silencio, servir sin interés, soltar apegos y caminar en la humildad.
No te apartes de lo esencial y llena cada espacio de amor siendo tolerante y compasivo.
La meta de la vida se halla en el reino del Ser, no en las pasarelas del poder y la posesividad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios