AGUA QUE CURA
La condición de Pedro se caracteriza por estas lesiones que lo incapacitan al punto de no poder moverse.
En Avène, Francia, existe un agua con propiedades milagrosas para tratar las más complicadas enfermedades de la piel.
Con el procedimiento en Avène, el niño empezó su camino hacia la mejoría. Aunque estaba emocionado de montar en avión por primera vez y de conocer París, para él lo más importante era mejorarse.
El agua lluvia tarda 50 años en recorrer la montaña donde se impregna de los minerales que la componen. Según estudios, el equilibrio entre calcio y magnesio es lo que explica la acción cicatrizante del agua. Se ha tratado de reproducirla en laboratorio, pero sin éxito, lo que demuestra que debe haber más componentes que la hacen saludable.
Nadie duda de las propiedades del agua: que es buena para mantener el equilibrio del organismo y que hay que tomarla en abundancia para gozar de salud. Pero no se había oído que existiera un tipo de agua para tratar condiciones dermatológicas serias con solo tener contacto con ella. Se trata del agua de Avène, una región en el sur de Francia. Por tener una composición mineral única, se usa para combatir la inflamación y la resequedad de la dermis.
El valor curativo de esta agua se descubrió al azar hacia 1736 gracias a un caballo que tenía un problema en la piel. Por esta enfermedad, su dueño, el marqués de Rocozels, lo dejó libre cerca de una fuente de agua, donde el animal tomaba largos baños diarios. Al cabo del tiempo este se recuperó de las lesiones cutáneas. Ante ese hecho, esa fuente se volvió famosa entre los habitantes de la zona. Su eficacia fue tan conocida que en 1871, en el gran incendio de Chicago, se exportó para tratar las quemaduras de las víctimas.
Se habla de muchas aguas milagrosas. En 2008 la actriz Nicole Kidman atribuyó su primer embarazo a un chapuzón que se dio en las cataratas Kununura, en Australia, que tienen fama de devolver la fertilidad. Pero en el caso del agua de Avène, la historia dejó de ser un cuento popular para convertirse en un hecho científico. Desde 1990, el farmaceuta francés Pierre Fabre estableció en la fuente original una sede para recibir pacientes con problemas en la piel. Allí también se comenzó a hacer investigación sobre sus propiedades, lo que dio inicio al termalismo científico.
Diariamente la estación de Avène recibe 800 pacientes y en todo el año, cuya temporada va de mayo a octubre, llega un total de 2.300 enfermos. Cada paciente sigue los cuidados de un dermatólogo que asigna las terapias de baño, que pueden ser hidromasajes, duchas y pulverizaciones locales. Según Françoise Moha, farmaceuta de la estación, los estudios han mostrado que la mejoría de los pacientes con psoriasis es de 52 por ciento y en los de dermatitis atópica es de 48 por ciento. Estos últimos son los más asiduos a la estación y dentro de ellos una buena parte son niños.
Un paciente colombiano de 11 años con un caso severo de dermatitis atópica, estuvo en esta estación termal durante tres semanas para recibir un tratamiento integral. La dermatitis atópica es una enfermedad hereditaria que se caracteriza por una inflamación de la piel que provoca una rasquiña permanente. "No existe cura, solo tratamiento farmacológico que se combina con cremas para hidratar la piel", señala el dermatólogo Arturo Argote. La primera crisis de
Pedro fue a los nueve meses, pero las fallas en el sistema de salud y la falta de recursos para comprar el tratamiento hacían difícil el manejo de su problema. "En el colegio le decían 'chandoso' porque tenía la cara reseca y llena de granos con sangre", recuerda Wilma, su mamá, quien llegó a Bogotá desplazada por la violencia. Pedro fue seleccionado por las directivas de la marca Avène para ir a la estación como parte de un programa para ayudar a niños de escasos recursos con esta condición.El niño tomaba a diario tres medicamentos y "al final de la primera semana en la estación pasó a una sola pastilla", dice Anne-Marie Paulay, dermatóloga a cargo de Pedro en Francia. Pero será al cabo de un mes cuando se verán los beneficios. "Va a tener menos nuevos brotes, más espaciados y menos severos", dice la dermatóloga Adriana Motta, quien atiende al niño en Bogotá. Pedro, quien llegó hace 15 días de Francia, ya se siente mejor. "Duermo toda la noche porque no tengo rasquiña", y eso para él y su familia es ya un paso adelante. Aunque lo ideal es ir a la estación una vez al año, para Pedro será difícil regresar. Pero él y su mamá aprendieron a hacer una cura casera con el agua embotellada de Avène, que se consigue en Colombia. Con esto, y la supervisión de su dermatóloga, el niño tendrá mejor calidad de vida.
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