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MI ALMA TIENE PRISA: UNA REFLEXIÓN SOBRE EL TIEMPO, LA ESENCIA Y LAS VERDADERAS PRIORIDADES DE LA VIDA

 

He hecho cuentas. He calculado mis años. Y, aunque con serenidad, he comprendido algo que ya intuía: me queda menos tiempo del que ya he vivido.

No es una frase melancólica. Es una verdad que, lejos de entristecerme, me despierta.

Me siento como ese niño que recibió una gran bolsa de dulces. Al principio los comía con entusiasmo, sin pensarlo demasiado, disfrutando con prisa. Pero cuando miró dentro de la bolsa y vio que quedaban pocos… comenzó a saborearlos lentamente, uno por uno, con conciencia, con gratitud, con pausa.

Así estoy yo ahora: aprendiendo a saborear la vida.

Ya no tengo tiempo para gastar en lo innecesario.

No tengo tiempo para relaciones huecas, para conversaciones llenas de apariencias, para personas que no han aprendido nada de la vida, a pesar de los años.

No me queda energía para discutir con quienes solo quieren tener la razón, ni para intentar encajar en lugares donde la superficialidad es la norma.

He entendido que lo verdaderamente valioso no está en la cantidad de cosas que hacemos, ni en las apariencias que mostramos, sino en la profundidad con la que vivimos cada experiencia, en la autenticidad de los vínculos que cultivamos, en la verdad con la que nos miramos y nos dejamos mirar.

Mi alma tiene prisa.Prisa por lo esencial.Por rodearse de personas genuinas, sencillas, valientes.De aquellas que se ríen de sus errores sin disfrazar sus heridas, que no se inflan por sus logros, que no temen reconocer sus debilidades ni pedir perdón.

Quiero estar con quienes defienden la dignidad, la compasión y la honestidad.Quienes creen que la vida tiene un sentido más allá del éxito o del ruido del mundo.

Porque al final —cuando uno ya puede ver el fondo de la bolsa— entiende que solo lo esencial perdura.El resto… se disuelve como azúcar al agua.

 

Conclusiones:

·    El tiempo se vuelve más valioso cuando somos conscientes de su finitud.Vivir con esa conciencia nos permite elegir mejor a qué, a quiénes y en qué invertimos nuestra energía.

·    La autenticidad y la profundidad de las relaciones son más importantes que su cantidad.Ya no se trata de agradar, sino de conectar desde lo real.

·    La vida se disfruta más cuando se vive despacio, con propósito y sin adornos innecesarios.Como un buen dulce saboreado lentamente, sin culpa ni prisa.

 

Recomendaciones para quien también siente que su alma tiene prisa:

   Rodéate de personas que sumen, no que desgasten.

   Di lo que sientes. Abraza más. Juzga menos.

   Libérate del deber de aparentar. La vida es demasiado corta para vivir en función del “qué dirán”.

   Escoge el silencio antes que una discusión estéril.

   Sé fiel a tus valores. A esta altura, no necesitas negociar tu paz por encajar.

   Y sobre todo: saborea cada día como si fuera uno de los últimos dulces de tu bolsa. Porque tal vez… lo es.

 

Mira si tu alma tiene prisa y quiere vivir con más sentido, más verdad y más amor.

 

REFLEXIONES DE UN SACERDOTE CATÓLICO

Al llegar a cierta etapa de la vida, el alma comienza a sentir una “santa urgencia”. No por acumular más, sino por “vivir mejor”. “Mi alma tiene prisa” no es ansiedad, es conciencia: ya no hay tiempo para lo superficial. El Evangelio nos recuerda que “donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt 6,21).

Hoy, ese tesoro no está en lo material, sino en lo eterno: el amor verdadero, la fe vivida con autenticidad, la compañía de quienes caminan hacia Dios con humildad.

La prisa de mi alma no es del mundo, es del cielo. Desea reconciliar, servir, amar, perdonar, sanar heridas, saborear la vida en Dios.

Pidamos al Señor que nos enseñe a contar nuestros días para adquirir un corazón sabio (cf. Sal 90,12), y así aprovechar cada momento como un paso hacia la eternidad. Porque lo esencial… ya no puede esperar


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