La
vitamina C está implicada en una gran cantidad de reacciones del cuerpo y tiene
una función importante en el mantenimiento de la salud, la lucha contra
infecciones, la reducción de los efectos del estrés y el sistema inmunitario,
siendo además un poderoso antioxidante. Cuando se administra en dosis altas
tiene un efecto terapéutico.
Hace unos 25 millones de años, nuestros antepasados
perdieron la capacidad de su cuerpo para sintetizar su propia vitamina C, de manera que no nos queda más
remedio que obtenerla a través de los alimentos. Esto se debe a que
nuestros antepasados consumían dietas muy ricas en frutas y vísceras de
animales, que contienen cantidades altas de esta vitamina. Por desgracia, más
tarde, el ser humano tuvo que pagar un alto precio por esta pérdida, con la
aparición de una enfermedad llamada escorbuto, que se produce por falta de
vitamina C cuando su contenido en la alimentación es nulo o escaso.
En
la actualidad, es raro ver casos de escorbuto en las naciones avanzadas,
aunque sí pueden verse formas leves en personas que, aunque toman vitamina C,
no están recibiendo toda la dosis que necesitarían. Estas personas tienen un
aspecto cetrino, poca energía, fatiga y dolores articulares intermitentes. Las
encías están doloridas y sangran con facilidad, la nariz sangra también
fácilmente y desarrollan hemorragias en la piel (moratones) con facilidad.
Cuando
la deficiencia es más severa y se produce escorbuto, la piel acaba adquiriendo
un aspecto deslustrado y sucio, los dientes se aflojan y se pierden, se abren
viejas cicatrices, las heridas dejan de curarse, la resistencia a las
infecciones disminuye, cuesta respirar y, finalmente, se produce la muerte.
Según
los científicos, el empleo de las vitaminas E y C pueden proteger contra el
Alzheimer cuando se toman conjuntamente en las dosis más altas disponibles en
suplementos individuales. Además, puede existir un cierto efecto
protector con la vitamina E cuando se combina con las dosis más bajas de la
vitamina C presentes en complejos multivitamínicos.
En opinión de los expertos, antes de emitir conclusiones firmes sobre el papel
neuroprotector de las vitaminas antioxidantes, es preciso desarrollar estudios
a más largo plazo, ensayos con sujetos seleccionados al azar. "Esos
ensayos deben evaluar el efecto de administrar un régimen que combine las
vitaminas E y C. Si
definitivamente se comprueba el beneficio, estos antioxidantes pueden
constituir una estrategia preventiva atractiva para la prevención del
Alzheimer".
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