La técnica pictórica del claroscuro crea un fuerte contraste entre elementos iluminados y ensombrecidos. La impusieron los pintores flamencos e italianos del cinquecento y el barroco para destacar mejor ciertas figuras. Los principales exponentes fueron Tintoretto, Caravaggio, Zurbarán y el mejor de todos: Rembrandt.
Cuando admires esta técnica en alguna obra piensa que así es el cuadro de la vida: un claroscuro. Una mixtura de altos y bajos, adagios y allegros, luces y sombras, suave y fuerte, dulce y agrio, triunfos y derrotas. La rueda de la vida gira y hoy puedes gozar arriba y mañana estar abajo sin aliento. La aceptación es tu ayuda para fluir sin apegarte a nada y no sufrir.
La unión con Dios y apelar a lo mejor de él permite que haya más luces que sombras en el claroscuro de tu vida. Las crisis son pasajeras y nos dan valiosas lecciones.La buena noticia es que los seres humanos siempre han encontrado salidas a las épocas oscuras apoyados en la fe y el ingenio. Se dice que la primera crisis por escasez de un producto fue hacia el año 2.500 a. C. cuando se agotó el estaño.
La carencia causó serios problemas y por mucho tiempo no fue posible contar con ese mineral para unirlo al cobre y producir bronce. Después de muchas búsquedas se encontró más estaño y además se empezó a producir hierro. Estamos hablando ya del año 900 A.C. Cuando hay recursividad se encuentran soluciones y lo que era una crisis se convierte en la oportunidad de crear o hallar algo nuevo.
La crisis siempre es una maestra que nos enseña algo importante y nos invita a cambiar y reinventarnos. Lo importante es no claudicar, no aislarse, hacer más con menos y cultivar una actitud positiva e innovadora.Para tener luz en la oscuridad acaso debes arriesgarte a cerrar ciclos cuando sientas que no encajas en algún lugar. Ora, serénate y busca una respuesta en tu interior.
Todo tiene un sentido, casi nada sucede al azar y todo lo que vives es para aprender algo necesario. Puede que te sientas desubicado por no tener paz interior, no estar con Dios o por no fluir en el amor. Reconoce tus vacíos, expande tu conciencia, decide cambiar y vuelve a lo esencial y a dar lo mejor. En otros casos puede suceder que ya cumpliste un ciclo y te niegas a soltar las amarras del barco. Sigues anclado en un puerto que ya no te ofrece lo que ahora necesitas para avanzar.
Pide a Dios toda la fuerza de su Espíritu, confía y suéltate, porque Él nunca te dejará caer. Cierra otro capítulo de tu vida, toma otro rumbo y abre las puertas a nuevas experiencias y nuevas personas. Cerrar ciclos pide perdonarse y perdonar, ser flexibles y liberarse de apegos que atan. Si no clausuras un capítulo de tu vida con amor y coraje, la vida te presionará y terminarás haciéndolo con dolor y a la brava. No dejes que en tu vida lo oscuro prime sobre lo claro por estar aferrado a un cargo, al poder, al dinero o a una relación que te pesa y te da infelicidad.
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