Ya no es suficiente que una compañía se ocupe en silencio de su negocio, sin decir mentiras o romper la ley, vendiendo lo que la gente quiere y haciendo dinero. Eso pasó ya de moda. Hoy en día, todas las compañías están preocupándose menos de las ganancias, y más de su responsabilidad con la sociedad.
Pero, lo único en común que comparten todas las panaceas relacionadas con la responsabilidad social corporativa es que se apoyan en un análisis errado del sistema capitalista que tratan de mejorar. La responsabilidad social corporativa está tan en boga, que criticarla puede resultar un sinsentido. Sin embargo, sin los hombres de negocio entendieran mejor la responsabilidad social corporativa, mejorarían en sus trabajos y todo el mundo sería más próspero.
Según los entusiastas de la responsabilidad social corporativa, el capitalismo fracasa en lo que al interés público se refiere. La búsqueda de ganancias constituye indudablemente una necesidad. El problema es que todas esas ganancias son repartidas exclusivamente entre los accionistas de la empresa. Pero, ¿dónde queda el bienestar social? Sólo si las corporaciones reconocen su obligación para con la sociedad, será posible ampliar el interés de las mismas. Normalmente, los Gobiernos propician dicha obligación a través de impuestos; pero, eso no exime por completo de responsabilidad a las compañías.
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