En
opinión de los expertos, los genes influyen en el desarrollo de la intuición,
pero no son determinantes, porque intuir
significa acumular información y aprender a interpretarla y eso es algo que
está al alcance de todos.
Se
nace con ella. La intuición es un mecanismo de supervivencia que tenemos
al nacer. El problema es que esa vocecilla interior se va silenciando a medida
que empezamos a basar nuestras opiniones en la lógica. El psicólogo Jean Piaget
creía que empezamos la vida siendo niños intuitivos y que acabamos
convirtiéndonos en adultos analíticos.
Aprende
a ejercitarla. La primera medida es dar mayor importancia a las
sensaciones que tenemos -¿esa persona te hace sentir cómodo? ¿te inspira
confianza?¿por qué?- y a las reacciones de nuestros cuerpo-sientes un nudo en
el estómago cuando "husmeas" un peligro, los ambientes que te producen
rechazo te ponen nervioso/a, etc.-.
Avisos
que no atienden a la razón. "No estamos programados del todo, hay
decisiones que se toman al margen de la razón", afirma el pensador Eduar
Punset. Sin ser conscientes, el cerebro de las personas intuitivas recopila
datos, detalles sutiles, muchas veces, que al conectarse envían un mensaje al
que hay que estar atento. Es lo que sucede cuando llevamos al niño al medico
porque le notamos algo raro, un pescador predice el tiempo que hará con solo
mirar al cielo o tenemos un pálpito de que algo le pasa a un buen amigo, cogemos el teléfono para
llamarle y suena. Es él.
Confía en ti. Aunque todos tenemos cierta capacidad
auditiva, para desarrollarla hace falta confiar en un mismo. Si piensas que
puedes fiarte de ti, te sera mucho más fácil percibir las señales que envía tu
voz interior.
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