Toda
enfermedad tiene un sentido oculto, trae una enseñanza y llama a un cambio.
Dura verdad que el agudo escritor Sandor
Marai profundiza con sapiencia en su lúcida novela La hermana:
“¿Cómo la mentira de una vida ha llegado a
traducirse en enfermedad?
¿Cómo se ha convertido lo que había en el
alma en datos clínicos: cálculos, acidez, trombosis o…?
Es una
mentira que el día anterior se llamaba trabajo o deber, ambición o amor o vida
familiar.
Un día grita que ya no soporta su entorno, o
su propia vanidad o la rutina con que ha pretendido tapar el vacío de una vida.
Sigue
gimiendo y gritando porque ya no aguanta la mentira transformada en enfermedad.
La
vida es veneno si no creemos en ella, si ya no es más que un instrumento para
colmar la vanidad, la ambición y la envidia”.
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