Trascendiendo la timidez abrazamos nuestro talento y expandimos nuestra creación
A menudo sentimos que por nuestra timidez se opaca nuestro talento, se pierden oportunidades de crecer y progresar y nos sentimos atrapados en un círculo vicioso. La timidez, disfrazada de falta de iniciativa o falta de interés o indiferencia, viene desde un lugar más profundo aún.
En este lugar más profundo podemos encontrar puro miedo, miedo a lo que otras personas piensen de ti, miedo a ser desaprobado, o miedo a lo que sea. Es simplemente miedo.
Lo único que podemos hacer es encontrar la seguridad en nuestro interior: que te importe mucho más lo que tú piensas de ti mismo que el exterior. Seguramente vienen pensamientos de autocrítica, seguramente algún personaje crítico y autoritario en nuestra historia nos hizo sentir menos, nos hizo sentir mal frente a una situación en la que teníamos que mostrarnos, pero en realidad no importa qué fue, ni cuándo, ni cómo.
Lo único que importa es que cuando eso actúe -porque nuestro recuerdo, nuestro pensamiento, tiene a ese personaje grabado dentro- escuchemos a nuestro corazón diciéndonos “SÍ”, dirijamos a nuestro cuerpo dando los pasos para mostrar nuestro talento, disfrutar nuestra pasión.
Vivir en miedo, sin realizar el potencial, sin experimentar tu pasión y sin avanzar, es doloroso. Enfócate en la conciencia, en el amor a ti mismo, en ese espacio en tu corazón que te dice “SÍ”, y empújate.
Me acuerdo cuando empecé a cantar. Todo en mi vida lo había hecho semiebria. Era esa mi valentía, pues yo era tan tímida -es muy difícil de imaginar ahora- que yo solía beber para poder hacer todo, para relacionarme socialmente también, ya que era muy insegura. Me aterrorizaba lo que la gente pensara de mí. Bueno, resulta que lo único que no podía hacer ebria era cantar, porque entonces desafinaba, y la primera vez que subí al escenario, yo temblaba.
Estaba parada detrás de la guitarrista y recuerdo que la primera canción que canté se llamaba "Cayéndome a pedazos". ¡Y era verdad! Me estaba desmoronando, y por supuesto todos mis amigos habían ido y fue peor aún, temblaba más. Pero lo logré. No sé si lo hice bien, todos me dijeron que había estado fantástica, pero lo importante fue que lo hice. Y es así como uno lo hace: haciéndolo.
Para cultivar la confianza en uno mismo no hay garantías, no hay papeles firmados. Se confía confiando, dando los pasos, experimentando y asimilando; eligiendo cada vez aquello que nos traerá lo mejor que podemos recibir, aunque no lo sepamos, aunque no lo conozcamos. Porque ésta es la naturaleza de la vida, siempre viniendo hacia nosotros con lo mejor, cuando decimos SÍ y nos enfocamos en el amor conciencia.
Vamos liberando el talento que estaba amordazado por la timidez, justificando la limitación. Es como si tuviéramos por delante un canvas en blanco en donde expresar nuestra creatividad, nuestra pasión, nuestro algo, y no sabemos qué hacer con todo esto.
Tal vez nos sentimos estancados en un punto, tanto tiempo en la comodidad de la justificación, aquella timidez con historia. Pues sucede a menudo que cuando estás solo mirando hacia lo externo para que te guíe, te dé, te marque, te apruebe, eso de no tener estimulo en algún momento aparece. Pero cuando te transformas en la conciencia no hay entonces necesidad de que la pasión, el estimulo o el objetivo vengan del afuera, tu estás apasionado por todo, eres esa pasión.
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