En un encuentro con jóvenes uno de ellos le
preguntó al director de cine Steven Spielberg:
“Me han dicho que usted valora mucho el arte de escuchar, quiero saber por qué y, por favor, háblenos sobre algo tan importante”.
“Es cierto, repuso Spielberg, sonriente. Fue algo que aprendí de mis padres y de la religión judía.
En mi casa se practicaba ese arte tan olvidado y en mi fe se enfatiza y se ejercita cada día.
De hecho, la oración que más amamos los judíos comienza con estas palabras: Escucha Israel: Shema Israel. La recitamos varias veces al día y en ella se nos recuerda que ser espiritual es estar a la escucha de Dios.
De allí pasa uno a escucharse a sí mismo y aprende a valorar lo que dicen los demás, incluso con su silencio.
Para mí escuchar es amar al otro, reconocer su dignidad, ser rico en humildad y muy pobre en soberbia”.
“Me han dicho que usted valora mucho el arte de escuchar, quiero saber por qué y, por favor, háblenos sobre algo tan importante”.
“Es cierto, repuso Spielberg, sonriente. Fue algo que aprendí de mis padres y de la religión judía.
En mi casa se practicaba ese arte tan olvidado y en mi fe se enfatiza y se ejercita cada día.
De hecho, la oración que más amamos los judíos comienza con estas palabras: Escucha Israel: Shema Israel. La recitamos varias veces al día y en ella se nos recuerda que ser espiritual es estar a la escucha de Dios.
De allí pasa uno a escucharse a sí mismo y aprende a valorar lo que dicen los demás, incluso con su silencio.
Para mí escuchar es amar al otro, reconocer su dignidad, ser rico en humildad y muy pobre en soberbia”.
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