A punto de
cumplir 80 años, el escritor saca nueva novela, 'Cinco esquinas', y asegura que
«siempre hay que estar
abierto a lo imprevisible».
"Muchas veces el sexo es la tabla de
salvación"
XL. Que el
Premio Nobel Mario Vargas Llosa, a los 79 años, se divorcie y se vuelva a casar es motivo de portada de
cualquier revista en cualquier país.
M.V.L.
Seguramente, no sé.
XL. ¿Dónde vive
la mayor parte del tiempo?
M.V.L. ¡En un
avión! Vivo en el Perú,
aquí en España, en Nueva York...
XL. ¿Dónde
escribe?
M.V.L. Escribo donde esté: en aviones, en
hoteles... No tengo ninguna dificultad en escribir en cualquier sitio en el que
me ponga. Como viajo mucho, escribo bastante en los viajes y siempre lo hago a
mano, en libretas.
XL. Sus casas
acaban convirtiéndose en bibliotecas. En Madrid, la de la calle Flora, ¿es su
gran biblioteca?
M.V.L. No, mi gran biblioteca está en
Lima, esa es la principal, donde tengo la mayor cantidad de libros; luego, la de Flora y, después,
la de París.
XL. ¿Colecciona
pisos para albergar libros?
M.V.L.
Absolutamente [se ríe]. Lo
más curioso es que hay libros que releo mucho y los tengo por triplicado,
repartidos por las diferentes casas.
XL. Antes de
empezar a escribir su siguiente novela, ¿se tomará un año sabático para
disfrutar de su nueva vida junto con Isabel?
M.V.L. No, no, yo no me tomo ni un día,
fíjate. Yo trabajo siete días por semana, aunque sea un mínimo de una hora
diaria, porque para
mí es absolutamente importante poder trabajar todos los días; si no lo hago, tengo la
sensación de estar traicionando algo.
XL. Isabel dice
que está deseando que llegue por la noche a casa para ver alguna película
juntos y mantener largas conversaciones.
M.V.L. Es que es lo que más nos gusta
hacer y nos divertimos mucho juntos, esa es la verdad. Hablamos muchísimo muchísimo.
XL. ¿Quién
escucha a quién con más interés?
M.V.L. Yo la escucho a ella enormemente
y con muchísimo interés, porque es una gran narradora, una gran contadora de historias y de
anécdotas.
XL. ¿Se siente
muy envidiado?
M.V.L. Tal vez, creo que en la vida he tenido
mucha suerte: en mi trabajo, en mi vocación... Espero que sí, sanamente; la
envidia sana está muy bien.
XL. Cuando el
Rey Juan Carlos le concedió el título de marqués de Vargas Llosa, usted
escribió: «Hay que tomárselo con mucho humor, viniendo de un país republicano
como yo vengo».
M.V.L. Es que nunca imaginé que me
harían marqués. Pero me lo tomé también con mucho agradecimiento. La monarquía ha sido una
bendición para España, precisamente en estos momentos. Si hay una
institución que resiste ese movimiento en mi opinión, totalmente insensato del
independentismo, de la secesión y de la ruptura de España, es la institución
monárquica, sin ninguna duda. Es la única institución que está por encima de toda esa agitación que
está socavando mucho a España. Y si uno piensa en Europa, las sociedades más democráticas
son las que tienen monarquías constitucionales: Inglaterra, Suecia, Dinamarca...
XL. También
dijo: «Yo nací y moriré plebeyo».
M.V.L. ¡Pues ya no lo soy! Gracias a Su
Majestad Juan Carlos, ya no soy plebeyo. Es una condición que me han
otorgado y me siento muy cómodo con ella y muy reconocido, por supuesto. Hay circunstancias en las que
hay que utilizarlo y lo hago, pero tampoco es algo que deba ir uno
exhibiendo por calles y plazas, porque tampoco sería de buen gusto, ¿verdad?
XL. ¿Cómo ve las
dificultades que tenemos ahora mismo en España para formar Gobierno?
M.V.L. Pues con bastante preocupación.
El populismo es muy destructor. Esa es una deriva muy peligrosa, como
los movimientos separatistas. El independentismo catalán ha cobrado unas proporciones sorprendentes.
Yo viví cinco años en Barcelona y jamás hubiese imaginado que podía cobrar esa
presencia. El
independentismo es una forma de populismo extremadamente peligrosa, quizá la
peor. El nacionalismo es en este momento completamente antihistórico, es
una regresión a la forma más primitiva, cavernaria... Y, sin embargo, ahí está;
aunque yo no creo que vaya a ser nunca mayoritario.
XL. La
desafección política es grande...
M.V.L. La corrupción política es la que
ha hecho que el populismo haya cobrado la presencia tan grande que tiene.
Ya nadie se acuerda de que
España era ese país feliz que pasaba de la dictadura a la democracia, del
atraso a la prosperidad, un país que se integraba al Primer Mundo con
una gran proyección económica... Era la historia feliz de los tiempos modernos.
Pero mi esperanza es que todo lo que está pasando sea transitorio y que no venga una parálisis que
pueda desencadenar otra vez un proceso de división, de encono...
XL. Siempre le
ha interesado la política...
M.V.L. Creo que todo el mundo tiene que
participar e interesarse por la política de su país. Si no participamos y no hacemos
algo para que las cosas mejoren, no tenemos derecho a protestar.
XL. De hecho,
usted quiso ser presidente de su país. ¿Qué hubiera sido de usted si hubiera
ganado a Fujimori en aquella segunda vuelta?
M.V.L. Pues casi con toda probabilidad me
habrían matado. Yo
me convertí en un blanco; de hecho, hubo dos intentos de asesinato contra mí en
plena campaña. No fue una experiencia grata, sino muy ingrata porque
hubo muchos muertos. Pero fue muy instructiva, realmente.
XL. He leído que a sus amigos les
pide que no le recuerden que va a cumplir 80 años...
M.V.L. ¡Pues me
lo recuerdan todo el tiempo! [Se ríe]. Yo creo que no hay que tenerle miedo a los años, uno debe
hacer su vida y mantenerse vivo hasta el final. Lo más importante es no perder las ilusiones y a
eso es a lo que yo llamo mantenerse vivo: a tener proyectos, a no
morirse en vida, a no llegar muerto a la muerte. Yo no creo que tenga ningún problema porque tengo
muchísimos proyectos y, afortunadamente, estoy muy bien de salud.
XL. ¿Cómo va a
celebrar su cumpleaños, el próximo 28 de marzo?
M.V.L. ¿Eh?
Mmmm... Eso lo decidirá
Isabel. Todo en esta casa lo decide ella.
XL. Seguro que
su relación con Isabel Preysler ha devuelto la ilusión y esperanza a más de un
octogenario.
M.V.L. Pues me alegro mucho; a mí, como
podrás imaginar, me ha hecho más ilusión que a nadie [se ríe]. Que a los 80
años se vuelva a tener una ilusión tan grande como esta es una inyección de
vida absolutamente maravillosa, ¿no? Creo que la ilusión es lo que más
puede enriquecer la vida de una persona y yo siento que mi relación con Isabel ha contribuido
muchísimo a este estado de ánimo: puedo enfrentarme a mis 80 años sin temor.
XL. ¿Refleja ese
entusiasmo cuando escribe?
M.V.L. Pues seguramente sí porque uno
escribe con todo lo que es, con todo lo que vive y experimenta; no solo con lo bueno,
también con las cosas malas que le pasan. Pero lo bueno está ahí presente,
claro que sí.
XL. En medio de
toda esta vorágine en la que anda metido, ¿está pensando ya en su nueva novela?
M.V.L. Siempre ando dándole vueltas al
siguiente proyecto, pero una novela me toma un mínimo de un año y medio o dos
y, si es un poco larga, tres años.
XL. ¿Piensa en
los libros que quiere escribir? ¿Calcula el tiempo que le queda para cada uno?
M.V.L. Uno debe vivir como si fuera
inmortal. Yo creo que ese estado de ánimo es el bueno: mantener proyectos y que
la muerte sea como un accidente que viene a interrumpir un proceso vital. Lo
ideal es que la muerte te encuentre trabajando, planeando cosas y empeñado en
una tarea de tipo creativo.
XL. Siempre que
no haya una enfermedad que lo impida.
M.V.L. Claro, claro, hay enfermedades
lentas que te paralizan completamente y eso es a lo que uno debe temer
más.
XL. A estas
alturas de la vida, ¿no le
da vértigo tirar la casa por la ventana y romper con tantas cosas?
M.V.L. No, no,
no... ningún vértigo. Creo
que la vida es una aventura y que hay que vivirla porque la aventura es una de
las expresiones maravillosas de la vida. Toda existencia que se vuelve una rutina se empobrece
muchísimo y, aunque no
hay que buscar la aventura por la aventura, las posibilidades que te ofrece la
vida son muchas y muy diversas y no hay que rehuirlas: hay que vivirlas. Creo que lo más bonito que te
puede dar la vida es la posibilidad de cambiar, de renovarte, de ser distinto y
de reinventarte continuamente.
XL. Pero habrá
ocasiones en las que diga: «Yo ya no tengo edad para eso».
M.V.L. No, eso
es una especie de abdicación: siempre hay que estar abierto a lo imprevisible. La vida, a la vez que pruebas
muy duras, te ofrece cosas maravillosas y una de ellas es el amor. El amor es una experiencia que
enriquece extraordinariamente todas las actividades del ser humano. No hay que negarse a vivir hasta
el final.
XL. ¿Se cree la
edad que tiene?
M.V.L. ¡Claro que me la creo!
Ahí están los años y son muchos. Pero no hay que entristecerse por eso. Cuando
me viene la tentación de la angustia por la edad, tengo en la memoria un
folletito maravilloso que encontré en París, y que es el discurso que pronunció Claude Lévi-Strauss
al que tengo por modelo en el homenaje que le hicieron cuando cumplió cien
años. ¡Qué discurso más
lindo! No sabes qué cosa más bonita de claridad, de elegancia, de
lucidez... Pasa revista a su siglo de vida y no sabes con qué modelo de orden mental lo hace.
¡Qué maravilla llegar al
último año de vida con esa lucidez!
XL. Vivir esta
historia junto con Isabel sin duda le va a rejuvenecer, pero también puede
acabar hecho polvo intentando seguir su ritmo.
M.V.L. ¡Sin ninguna duda! ¡Ja, ja, ja!
Por eso hay que mantenerse activo y bien.
XL. ¿Y eso cómo
se consigue?
M.V.L. Con cierto esfuerzo y cierta
disciplina. A mi amigo Jorge Edwards, una señora le dijo: «A los 50 años
ya hay que tener una conducta»; y yo esto lo tengo siempre muy presente porque,
si a los 50 hay que tener una conducta, no digo ya a los 60, a los 70 y a los
80: nada de excesos.
XL. ¿Cuida mucho
su alimentación?
M.V.L. Bueno, de eso se preocupa Isabel,
¡je, je! En esta casa se come muy bien, muy sano, y eso es muy importante.
XL. ¿Le ha
enseñado a hacer ceviche?
M.V.L. Todavía
no lo hemos comido aquí. Lo
tomo mucho en el Perú, porque nosotros allí tenemos un limón privilegiado que
permite cocinar los pescados. Aunque, según me han dicho, parece que hay
un limón canario que, para hacer ceviche, es tan bueno como el peruano.
XL. ¿Y cómo
lleva eso de que Isabel sea noctámbula?
M.V.L. ¡Ahí es donde nos desencontramos
mucho! Estamos intentando hallar un punto en común porque yo soy un gran
madrugador y ella es una gran noctámbula.
XL. Casi se
levanta usted cuando ella se acuesta.
M.V.L. Así es, pero nos encontramos,
nos encontramos [ríe].
XL. ¿Está
contento en esta casa?
M.V.L. Muy contento, sí; me siento muy
a gusto. Es un sitio muy bonito y tranquilo y, además, se duerme muy
bien aquí.
XL. Para
terminar, la pregunta del millón.
M.V.L. ¿Cuál es?
XL. ¿Para cuándo
habrá boda? Dicen que para marzo o abril.
M.V.L. ¡Ja, ja,
ja! Eso también tienes que
preguntárselo a Isabel, ella es la que lo va a decidir. Todas las
decisiones importantes las toma Isabel.
Preysler y
Vargas Llosa se conocen desde 1986, cuando ella lo entrevistó en San Luis,
Misuri, en EE.UU. «Hablamos mucho dice él. Isabel es una gran contadora de
historias».
"La vida es una aventura"