Humor
La
primera mañana en el campo de entrenamiento del Ejército, la unidad a la que yo
pertenecía fue despertada por el sargento instructor, quien nos ordenó formar
fila afuera.
—Soy el sargento Jackson —dijo en tono seco—. ¿Hay
alguien aquí que piense que puede darme una paliza?
Mi
hermano, de 1.90 metros de estatura sin zapatos y 127 kilos de peso, que se
había enlistado conmigo, alzó la mano y respondió:
—Sí, señor, yo.
El sargento lo tomó del brazo con fuerza y lo hizo pasar
al frente.
—Señores,
este recluta es mi nuevo asistente —anunció—. Ahora, ¿hay alguien aquí que crea
que puede darnos una paliza a los dos?
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