Cuenta la historia que un anciano peregrino
llegó a un monasterio del Himalaya en medio de una violenta tempestad.
El portero no salía de su asombro al ver allí a ese anciano con un tiempo tan inclemente y le preguntó: ¿Cómo has conseguido llegar hasta aquí, buen hombre, con este tiempo de pesadilla?
Y el anciano respondió alegremente: mi corazón quería llegar y al resto de mí le fue fácil seguirle.
Hermosa
historia que te recuerda dónde está tu verdadera fuerza: en tu interior, no
afuera. Está en tu alma, en tu fe y tu esperanza aunque estés asolado por los zarpazos de la fatalidad.
No es un despropósito afirmar que eres
capaz de superar cualquier cerco si te abres a lo sobrenatural.
En otras palabras, si sientes a Dios, lo vives y lo expresas; sí Él es tu escudo, tu guía y tu amigo.
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