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SABOR A RÍO DE JANEIRO



Hablar sólo del Carnaval, de la samba, de las playas de Ipanema y Copacabana es reducir una metrópoli en la que viven casi 12 millones de habitantes a una de estas fotos.

Y es que Río acoge al visitante entre los brazos de la bahía en la que se encuentra inmersa:

Guanabara. Se trata de una ciudad arrancada por los portugueses del siglo XVI a la exuberante vegetación tropical, en la que se oye el motor de la que será una de las principales potencias económicas de Iberoamérica en los próximos años. Da igual que en las famosas y pobres favelas de Río se concentren dos millones de almas, porque la energía vital de los “cariocas” (como se llama cariñosamente a los brasileños de Río) supera con creces las dificultades que se encuentran en el camino. Si no, ¿cómo podría explicarse que, prácticamente las 24 horas del día, la Lagoa Rodrigo de Freitas (tras el barrio de Ipanema) esté ocupada por gente caminando o corriendo? El deporte es una de las características que definen a muchos cariocas. Y es normal, después de los cerca de 80 kilómetros de playas que existen en el área metropolitana y de la acentuada sensualidad de sus cuerpos. El otro rasgo, que ha adquirido tintes de tópico, es el carácter simpático y abierto del latinoamericano.

Pero, la conocida como “Ciudad Maravillosa” (que fue capital de Brasil hasta 1960, ya que hoy es Brasilia) no se queda sólo en esto, puesto que es un caleidoscopio de tendencias, culturas y personajes. Uno de los puntos más interesantes es el barrio de Santa Teresa, con cerca de cien años de antigüedad y situado en la parte alta de la urbe. Aunque es una zona bastante turística, se le conoce por ser un centro de reunión para los artistas y bohemios de la ciudad. Hasta él se puede acceder con un tranvía que lo atraviesa y que se toma en el centro financiero de Río. En Santa Teresa tendremos una panorámica de la bahía y de buena parte del municipio y podremos encontrar una variedad de tiendas con creaciones artesanales y artísticas.

Una ciudad más allá de la playa. Sin embargo, una buena parte de la historia de Río se encuentra en el centro de la urbe, que no pasa precisamente por las playas de Ipanema y Copacabana. Así, la Avenida Presidente Vargas es la más importante de todo el centro y donde se concentra la vida económica y empresarial de la ciudad. Los edificios de grandes dimensiones y los organismos oficiales se sitúan en esta zona a la que se puede llegar en Metro (parada Central o Presidente Vargas). Además, al final de la misma, en dirección a la Plaza de Pío X, se accede a la Rua Senhor dos Pasos y a la de la Alfándega (“aduana” en portugués). Ambas son paralelas y, si queremos vivir el ambiente de la calle y mezclarnos con los vecinos de Río, es uno de los puntos clave, puesto que aglutina gran variedad de comercios económicos, tiendas de costura, tejidos, etcétera. Aquí es donde se proveen los cariocas. Como hormigas, podremos pulular por una zona que pisan diariamente cerca de dos millones de personas.

A pocos metros tenemos ocasión de conocer una de las edificaciones más impresionantes de Río: la Catedral de San Sebastián, obra del arquitecto Edgar de Oliveira da Fonseca. Se trata de una construcción con forma de cono piramidal, ideada para albergar al mayor número de fieles posible. En su base cuenta con 106 metros de diámetro y 96 metros de altura. Cerca de la misma se encuentra la estación del tranvía que podemos tomar para acceder al barrio de Santa Teresa. Llama la atención la presencia de un templo de este tipo entre bloques de edificios, pero es que en Río no existe un plan urbanístico como tal. Y, si lo hay, debe de llamarse “caos”. Este es otro de los atractivos de la ciudad.

Asimismo, uno de los puntos interesantes del centro es la Plaza Quinze de Novembro, que recibe ese nombre por ser la fecha de proclamación de la República de Brasil en 1889 (hasta entonces era un reino, que obtuvo su independencia de Portugal en 1822). Cerca de la misma se monta un mercadillo parecido al Rastro de Madrid en el que se puede encontrar prácticamente de todo. Además, desde esta plaza es posible acceder a la Travesía do Comércio, una callejuela estrecha que conserva construcciones de estilo colonial portugués y en la que se hallan bares y restaurantes con precios medios. Por la noche, esta calle se convierte en un lugar de encuentro para tomarse unas copas con los amigos y conocidos.

Por último, otro de los muchos lugares que no se pueden perder es el Centro Cultural Banco do Brasil. Todas las actividades que se desarrollan en el mismo (exposiciones, cine o teatro, por citar algunas) son gratuitas. Está claro que la ciudad no acaba aquí, y dando un paseo por las calles del centro iremos a parar a la Biblioteca Nacional (que alberga la mayor colección de volúmenes de Iberoamérica) o al Museo de Bellas Artes (gratis los domingos).

Río también es el Cristo Redentor, el Pan de Azúcar y el Sambódromo.

Y el estadio de Maracaná. ¿Son los lugares menos interesantes? Al contrario, subir hasta el Corcovado, el morro (así se llama a las colinas en Brasil) donde se erige el Cristo, es una experiencia que ningún viajero debe dejar escapar. Desde sus 710 metros de altura podremos fijar en nuestra retina las playas de Ipanema y Copacabana, los centros neurálgicos de la ciudad y la vista de la bahía donde Río nació con el nombre de Sao Sebastiao do Rio de Janeiro. Para acceder al Cristo es necesario montar en un tren cremallera que sale cada 20 minutos desde la Rua Cosme Velho

Ojo a la mitad del camino: el tren se parará y veremos surgir de entre esta “selva” una pequeña “urbanización” en la que viven cariocas. Es recomendable elegir un día soleado y claro para visitar una de las siete nuevas maravillas del mundo, emblema de Río de Janeiro.

Por su parte, el Pan de Azúcar (Pao de Açúcar) es el segundo referente turísticos de la ciudad y en sus algo más de 300 metros de altura hallaremos una babel de idiomas, excepto el portugués. Para ascender al mismo hay que usar dos tramos de teleférico (ya que se compone de dos cerros separados entre sí algunos metros) que tiene 97 años de vida y cuyas cabinas han sido cambiadas recientemente por otras modernas y automatizadas.

El Pan de Azúcar también está circundado por un parque natural en el que abunda la vegetación tropical. Además, no es raro ver a escaladores intentando subir a la cima. El punto más alto es una atalaya privilegiada para observar en toda su plenitud la bahía de Guanabara y la playa de Copacabana. Como en el caso del Cristo, las vistas se merecen un sobresaliente.

Otra zona propicia para el souvenir es el estadio de Maracaná. Fue el de mayor capacidad en su día, construido explícitamente para la celebración del Mundial de Fútbol de 1950 y que actualmente da cabida a 114.145 espectadores, todos sentados.

El viaje podría seguir (porque acabar con Río es como querer desviar el curso del Ebro a paladas) en el Sambódromo. Es una construcción un tanto decepcionante y sosa... cuando está vacía. En este recinto de 700 metros de largo es donde las escuelas de samba realizan el desfile durante los Carnavales. A lo largo del año preparan sus trajes y la organización de su paseo por este casi kilómetro, donde se juegan ser reconocidos como la mejor comparsa.

Recuerda, salvando las distancias, a la preparación de la Semana Santa que muchas cofradías llevan a cabo durante doce meses. En ésta última se exalta la fe; en la primera, la diversión. Es uno de los días clave en los que se concentra el color y la fiesta de Río.


NOTA: COMIENCE A AHORRAR PARA HACER ESTE VIAJE. NO SE ARREPENTIRA

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