La
primera fractura fue su clavícula a los 4 años. A los 15 casi pierde su mano
derecha, y ganó su primera Medalla de Oro Olímpica con una costilla rota
Mariana Pajón: una campeona con 18 huesos rotos
Tenía
cuatro años cuando se partió la clavícula por primera vez. Sobre la
pista de bicicrós, un muchacho, que venía en contravía, arrolló a Mariana
Pajón. Carlos Mario, su padre, corrió asustado para atender a la niña. Creían
que nunca volvería a tomar una cicla, pero, sostenida por una obsesión con la que había nacido,
la futura campeona olímpica persistió.
El
deporte lo tenía en la sangre. Carlos Mario Pajón era un administrador
de empresas fanático del automovilismo y el motocross. A Claudia Londoño, su
madre, le encantaba la equitación. Miguel, su hermano mayor, empezó a
participar en carreras de bicicrós a las que la pequeña marianita lo
acompañaba. Una tarde, al escuchar por el altoparlante de la pista que había
una competencia para menores de 8 años el próximo domingo, ella sola fue y se inscribió.
Era la única niña en la prueba y la ganó. A partir de ese momento empezó una
carrera que le ha traído triunfos en centroamericanos, panamericanos, mundiales
de BMX y olímpicos pero también le han llevado a tener un rosario casi que
interminable de lesiones.
Su
historia clínica comprende dieciocho fracturas, hematoma de riñón, parálisis
facial, lesiones en tendones y ligamentos, varios esguinces y suturas, nueve
tornillos, dos platinas y un injerto de hueso. La caída más horrorosa de
todas ocurrió en una competencia en el 2007 cuando, después de sufrir 17 fracturas en su mano, un médico pensó en amputársela.
Le pusieron una platina en
su mano y se la llenaron de tornillos. La pequeña Frankenstein, apenas
tres meses después del accidente, viajó a Suiza a competir, pero con tan mala
suerte que volvió a sufrir una caída lastimándose de nuevo la mano. Ya no tenía
hueso sino un tornillo que volvió a ser magullado seis meses después en la
China, cuando 8
bicicrocistas le pasaron por encima después de caerse. Como si fuera una
especie rara de mutante, a Mariana Pajón los golpes parecen volverla más
fuerte: un año después, en el 2008, ganaría tres campeonatos latinoamericanos
en Chile; en el 2009 dos panamericanos en Colombia y, ese mismo año, obtuvo sus
dos primeros campeonatos del mundo en Australia.
A
sus 20 años soñaba con la medalla olímpica en Londres pero una nueva caída, a
seis meses de competición, le fracturó dos costillas. El dolor era su aliado.
Había días en los que no podía ni siquiera tomar una bocanada de aire sin que
todo le doliera. Trabajó con tanto ahínco que en agosto del 2012 obtuvo la
medalla de oro y se
convirtió en la más grande de nuestras deportistas. Sin embargo, ser
campeona olímpica no la eximió de recibir más caídas.
En mayo del 2013, mientras corría en Phoenix, Arizona,
Pajón se cayó de su bicicleta y se dio durísimo en su rodilla. Durante el 2015
en Toronto, cuando el campeonato del mundo apenas largaba, Mariana se vio
involucrada en una caída que evitó lo inexorable: ganar una nueva medalla de
oro. En Manchester, Inglaterra, durante el pasado abril, volvió a caerse
después de saltar un morro. En mayo, mientras participaba del campeonato del
mundo en Holanda, una ráfaga de viento le hizo perder el equilibrio. El resultado del golpe fue una
luxación en el acromioclavicular izquierdo y magulladuras en todo el cuerpo.
A la ocho veces campeona del mundo BMX, le viene bien que
todo ese rosario de caídas haya ocurrido antes de su máximo objetivo, la segunda medalla de oro
olímpico. Jorge Wilson Jaramillo, quien la entrena desde que era una
niña de cinco años, ve que
su pupila está más fuerte que nunca. Que su rostro delicado y su cuerpo menudo
no la confunden: Mariana es la mujer de acero, se alimenta de golpes y ni
siquiera un huracán la podrá tumbar. Nada evitará que ella sea la tercera
medalla de oro de Colombia en los Olímpicos.
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