¿Que
fue de todo aquello que soñamos que seriamos, de aquellas ilusiones, de
aquellos proyectos…de aquellas ganas de cambiar el mundo, de aquella rebeldía?
¿Que fue de aquellos poemas que escribimos hace tiempo?
¿Donde están?
¿Que hicimos con
todas nuestras ideas, con ese convencimiento de que seriamos diferentes,
de que lo haríamos mejor que lo hicieron
con nosotros?
¿Qué
pasó con todos esos conceptos revolucionarios acerca de la educación, las
relaciones, la amistad, de esa solidaridad de la que tanto hablábamos, con la
igualdad? ¿Adonde fueron?
¿Dónde dejamos ese amor libre, esas las flores en el pelo, aquello de “tu hijo no es tu hijo sino hijo
del mundo” y no es de tu propiedad?
¿Cuándo olvidamos
esa libertad que tanto defendíamos, de la que tanto hablábamos con la
que tanto nos identificábamos y por la que estábamos dispuestos a luchar?
¿Que ha
sido de esa generación nuestra, de nuestros sueños, de nuestras ilusiones? ¿Que hicimos con
ellos?
Si estaban ¿Por qué ya no están?
¿Siguen todavía dentro de nosotros o se fueron quedando uno
a uno en la comodidad, en el miedo, o en
la renuncia? ¿Nos vendieron que eran utópicos?
¿Se
quedaron con las hipotecas, las compras a plazos, el squash, el colegio de los
niños o el chaletito en la playa?
¿Hicimos todo lo que pudimos para que fueran reales?
¿Nos esforzamos lo suficiente para que se cumplieran?
¿Cuándo se nos instalo en miedo en nuestro cuerpo y dejamos
de luchar?
¿Porque la voz que no acalló la dictadura la ahogó la
economía?
¿Qué ha pasado?
¿Qué
queda en estos políticos de hoy de los jóvenes revolucionarios de ayer? Al fin
y al cabo parte de ellos pertenecen a aquella
generación, también ellos quisieron cambiar el mundo, quisieron que
fuera mejor, más justo, ellos también quisieron romper con esas tradiciones que no nos servían,
paradójicamente hemos creado otras mucho peores.
Mirando
el mundo y echando la vista atrás me
parece mentira que éstos de hoy seamos aquellos contestatarios de ayer,
realmente si algo ha cambiado ha sido a peor.
Miremos a nuestro alrededor.
Hoy el
mundo gira en torno al dinero y no al bienestar de las personas, hoy es mucho
más materialista que ayer.
El ser humano
importa cada vez menos, somos sólo cifras, meras cifras de consumo o de paro,
nos hemos convertido en mera estadística.
Hoy
aquella igualdad, aquella libertad que tanto anhelábamos se ha sacrificado a
favor del dinero, y lo que es peor parece que no nos importa.
Estamos
atados a las férreas cadenas del capitalismo.
Merece
la pena reflexionar si todas aquellas ideas estaban arraigadas de verdad en
nosotros, si creíamos en ellas con el corazón o simplemente fueron una moda,
una euforia de juventud, si protestábamos
solo por protestar.
Merece la pena que las próximas generaciones también
reflexionen y se den cuenta de que a pesar de nuestras ideas, de alguna manera
nos han vencido, nos venció el dinero.
A los que ahora están queriendo cambiar el mundo, a
los que empujan, a los que no se
conforman hoy como hicimos nosotros
ayer, a todos ellos les sugiero, que se
paren de vez en cuando a lo largo de su vida a recordar, a volverse
adolescentes, contestatarios, a sentir
de nuevo el inconformismo y protesten una y mil veces por todo aquello
que no les gusta.
Porque si al igual que nosotros, se dejan arrastrar y van
poco a poco encerrando sus sueños en el cajón de la comodidad, es posible que
se sientan dentro de unos años tan horrorizados como nosotros al ver el
mundo que hemos dejado a nuestros hijos.
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