La naturaleza, la cual es una manifestación de que Dios existe,
nos da la vida: nutre nuestro cuerpo y alma; y cura las enfermedades. Además
somos un reflejo de la naturaleza o entorno en que nos desarrollamos y vivimos,
por tal motivo debemos cuidar y estar en armonía con la naturaleza que es
nuestro ecosistema ecológico.
Nuestra
salud tiene que ver con un conjunto de equilibrios físicos y mentales que se mantienen principalmente gracias a una alimentación equilibrada;
y a una armonía y paz interior. Cuando se rompe algún(os) equilibrio(s) entonces aparece la enfermedad
o sensaciones de malestar emocional.
La
capacidad de amarnos y de amar, junto a la capacidad de procrear son los
pilares fundamentales de conservación de nuestra humanidad.
Una salud equilibrada implica un espíritu y
mente en calma, en tranquilidad, en armonía, en relajación, en serenidad y en
paz consigo mismo y con los demás.
Los
mejores medicamentos son el amor, la compañía agradable y el descanso reparador, pues sanan efectivamente tanto el alma como el cuerpo, cuando se
sufre malestares cuyas causas fundamentales son: falta de amor y afectividad,
soledades, fatigas, ansiedades, temores, tensiones de la vertiginosa y
competitiva vida moderna exitista y consumista; y que no acepta ni tolera el
dolor ni el fracaso.
Los
peores medicamentos son los tranquilizantes, calmantes, ansiolíticos,
estimulantes, inhibidores y barbitúricos en general, pues
solo producen adicción
y parecen aliviar temporalmente solo los efectos sin remediar las causas
fundamentales de tales malestares.
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