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TESTIMONIOS DE SUPERACIÓN



Según los sabios, el fracaso no existe, es sólo un aprendizaje necesario y un peldaño hacia el éxito. Todos los triunfadores han sido buenos perdedores y han tenido otras derrotas después de estar en la cima. Se sabe que el inventor Edison fue tildado de torpe por un educador y que Einstein fue rechazado en la universidad. Los pintores impresionistas fueron criticados y menospreciados por los académicos de la época. Y entre tantos ejemplos recordemos la primera presentación de la obra teatral La gaviota, de Antón Chejov.

Esta comedia del escritor ruso fue bien acogida después, pero al inicio fue un absoluto fracaso. Tanto que Chéjov pensó dejar el teatro. Gracias a Dios no lo hizo y escribió obras maestras como Tio Vania, Las tres hermanas y sus geniales relatos breves. Una de las lecciones más importantes de la vida es aprender de los fracasos y no amilanarse por ellos.

En ocasiones sientes que ya no puedes más, sólo hay un dolor sordo, densas sombras y un alma seca. Entonces te acosa la tentación de sucumbir y sientes que no hay motivos para continuar una lucha tan fatigosa. Eso mismo sintieron en su momento Moisés, Elías, los profetas y el mismo Jesús.

En esos días sin norte y sin luz recuerda que todo lo que te llega es porque eres capaz de asumirlo y superarlo. Aún la pena más desoladora es pasajera y, paso a paso, se logra sobrellevar con fe firme y paciencia infatigable. Busca ayuda, vive el momento y aunque te cueste cree que al final todo estará bien. Repite en tu interior: esto también pasará. Ante los fracasos o las críticas saca a relucir tu determinación y fortalece la confianza en ti.

Cuando el escritor danés Christian Andersen publicó su primer libro de cuentos infantiles, no fue bien recibido.

Hubo críticas desfavorables como éstas: "inadecuados para niños, posiblemente perjudiciales para la mente". Andersen siguió adelante porque ya antes había sorteado muchos obstáculos con coraje y pasión. Hijo de un humilde zapatero y una lavandera, perdió a su padre a los once años y no pudo completar sus estudios. ¡Qué paradoja!

El rey de los cuentistas prácticamente fue un autodidacta y un mendigo siendo niño. Piénsalo y sé confiado y paciente como los protagonistas de varios cuentos de Andersen. Él mismo fue un 'patito feo' que logró imponerse.

En 1810, el maestro Beethoven enfrentaba a sus cuarenta años tres grandes problemas: enfermedad, sordera y soledad. Al genio de Bonn le quedaban 17 años de vida, pero en ese entonces estaba deprimido. Como él mismo lo escribió, superó sus males apoyado en sus valores y su amor apasionado por la música. Beethoven es un emblema de lo que puede el ser humano cuando apela a lo mejor de sí. Los últimos doce años de su vida estuvo totalmente sordo y solo, pero no dejó de componer. De hecho, la sublime Novena Sinfonía la compuso en 1824, tres años antes de su partida.

Es una expresión admirable de su genialidad y un testamento de fe y amor a la vida.


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