HISTORIA DEL TOMATE - EL CONQUISTADOR DE PALADARES
El tomate es la fruta más consumida en el mundo. Sin embargo, y de manera errónea, se le ha considerado una verdura debido a su bajo contenido de azúcar.
Procedente de la familia de las solanáceas, el tomate se consideraba un fruto venenoso por estar emparentado con la mandrágora y la belladona. La primera, muy utilizada en la brujería, es conocida como la mata del diablo por venenosa y por sus propiedades narcóticas. Sus raíces entrelazadas se parecen a la figura humana. La segunda, provoca alucinaciones y se cree que era utilizada durante la Edad Media para preparar pócimas y hechizos. Ambas plantas producen un fruto rojo y amarillo de características similares.
Hoy, es fácil encontrar una variedad impresionante de clases y colores de tomate que van desde el verde pálido, pasando por el amarillo y el rojo, hasta el negro, conocido como kumato. En sus orígenes, este afamado fruto crecía de manera silvestre en Perú, era pequeño y de color amarillo. Algunos estudios han demostrado que en México también era utilizado desde antes de la época prehispánica y era conocido con el nombre de tomatl en lengua náhuatl. Al pisar el Viejo Continente fue rechazado por sus habitantes durante más de 200 años y destinado a ser parte de jardines y decoraciones. No obstante, los europeos fueron cayendo bajo sus encantos y lo llamaron pomo d’oro (manzana de oro) en italiano, y manzana del amor en Francia e Inglaterra.
Es poco lo que se sabe en la actualidad sobre el verdadero uso que le daban los indígenas al tomate. Sin embargo, el español Bernal Díaz del Castillo, en sus crónicas Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, narra que en 1538 fue apresado por unos indios en Guatemala que se lo querían comer a él y a sus hombres en una cazuela aderezada con sal, ají y tomates. También dice que los aztecas solían alimentarse de los brazos y piernas de sus vencidos con salsa de pimientos y tomate.
Conquistador de paladares
Cuando los italianos probaron el tomate se dejaron conquistar por su exótico sabor, simultáneamente dulce y ácido convirtiéndose así en el ingrediente protagónico de su cucina e incluso, de la gastronomía mundial. Las salsas para pasta y otros platillos aparecen en recetarios italianos desde 1766.
Presente e inmortal en jugos, salsas, ensaladas, purés, sopas, postres, guisos y ya sea verde, maduro, crudo o cocinado, es tal vez uno de los alimentos más versátiles que existe, capaz de aportar un particular rojo rubí a cada preparación y también de servir de decoración en la mesa descansando en un recipiente.
Curiosamente, uno de los países que más se resistió a aceptar su uso alimenticio fue Estados Unidos. Trayéndolo desde Europa y no desde donde sus vecinos mexicanos, Thomas Jefferson lo puso sobre las mesas de Norteamérica. El entonces embajador en Francia desde 1785 hasta 1789, cayó hipnotizado con su sabor y diferentes usos. Al asumir la Presidencia, inició su cultivo en el estado de Louisiana. No obstante, la población fue muy escéptica a consumirlo porque consideraba que debía cocinar el fruto durante más de tres horas para poder eliminar su ponzoñoso veneno. Curiosamente, desde el siglo pasado la salsa de tomate se convirtió en una de las aliadas de la cocina norteamericana y la más consumida en el país.
¿Fruta o verdura?
El tomate es la fruta más consumida en el mundo. Sin embargo, y de manera errónea, se le ha considerado una verdura debido a su bajo contenido de azúcar. Además, es fuente de vitamina C y un poderoso antioxidante natural. Para conservar su intenso sabor es recomendable mantenerlo a temperatura ambiente, pues si se congela crudo pierde su estructura y se ablanda. No obstante, las salsas cocinadas sí se pueden congelar sin que sufran alteraciones en su composición.
En la cocina
Los cocineros españoles descubrieron que el sabor del tomate se hace más potente cuando se mezcla con aceite de oliva extra virgen. Esta es la razón por la que se recomienda esta combinación agregándole además ingredientes como ajo, albahaca, orégano, cebolla, vinagre, queso mozzarella y parmesano.
Para contrarrestar el nivel de acidez en la preparación de salsas, se debe incorporar siempre una pizca de azúcar. De esta manera la receta no causará indigestión al comensal.
En definitiva, el tomate ha marcado la historia de las cocinas de los pueblos gracias a su inigualable sabor y versatilidad. .
El tomate es la fruta más consumida en el mundo. Sin embargo, y de manera errónea, se le ha considerado una verdura debido a su bajo contenido de azúcar.
Procedente de la familia de las solanáceas, el tomate se consideraba un fruto venenoso por estar emparentado con la mandrágora y la belladona. La primera, muy utilizada en la brujería, es conocida como la mata del diablo por venenosa y por sus propiedades narcóticas. Sus raíces entrelazadas se parecen a la figura humana. La segunda, provoca alucinaciones y se cree que era utilizada durante la Edad Media para preparar pócimas y hechizos. Ambas plantas producen un fruto rojo y amarillo de características similares.
Hoy, es fácil encontrar una variedad impresionante de clases y colores de tomate que van desde el verde pálido, pasando por el amarillo y el rojo, hasta el negro, conocido como kumato. En sus orígenes, este afamado fruto crecía de manera silvestre en Perú, era pequeño y de color amarillo. Algunos estudios han demostrado que en México también era utilizado desde antes de la época prehispánica y era conocido con el nombre de tomatl en lengua náhuatl. Al pisar el Viejo Continente fue rechazado por sus habitantes durante más de 200 años y destinado a ser parte de jardines y decoraciones. No obstante, los europeos fueron cayendo bajo sus encantos y lo llamaron pomo d’oro (manzana de oro) en italiano, y manzana del amor en Francia e Inglaterra.
Es poco lo que se sabe en la actualidad sobre el verdadero uso que le daban los indígenas al tomate. Sin embargo, el español Bernal Díaz del Castillo, en sus crónicas Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, narra que en 1538 fue apresado por unos indios en Guatemala que se lo querían comer a él y a sus hombres en una cazuela aderezada con sal, ají y tomates. También dice que los aztecas solían alimentarse de los brazos y piernas de sus vencidos con salsa de pimientos y tomate.
Conquistador de paladares
Cuando los italianos probaron el tomate se dejaron conquistar por su exótico sabor, simultáneamente dulce y ácido convirtiéndose así en el ingrediente protagónico de su cucina e incluso, de la gastronomía mundial. Las salsas para pasta y otros platillos aparecen en recetarios italianos desde 1766.
Presente e inmortal en jugos, salsas, ensaladas, purés, sopas, postres, guisos y ya sea verde, maduro, crudo o cocinado, es tal vez uno de los alimentos más versátiles que existe, capaz de aportar un particular rojo rubí a cada preparación y también de servir de decoración en la mesa descansando en un recipiente.
Curiosamente, uno de los países que más se resistió a aceptar su uso alimenticio fue Estados Unidos. Trayéndolo desde Europa y no desde donde sus vecinos mexicanos, Thomas Jefferson lo puso sobre las mesas de Norteamérica. El entonces embajador en Francia desde 1785 hasta 1789, cayó hipnotizado con su sabor y diferentes usos. Al asumir la Presidencia, inició su cultivo en el estado de Louisiana. No obstante, la población fue muy escéptica a consumirlo porque consideraba que debía cocinar el fruto durante más de tres horas para poder eliminar su ponzoñoso veneno. Curiosamente, desde el siglo pasado la salsa de tomate se convirtió en una de las aliadas de la cocina norteamericana y la más consumida en el país.
¿Fruta o verdura?
El tomate es la fruta más consumida en el mundo. Sin embargo, y de manera errónea, se le ha considerado una verdura debido a su bajo contenido de azúcar. Además, es fuente de vitamina C y un poderoso antioxidante natural. Para conservar su intenso sabor es recomendable mantenerlo a temperatura ambiente, pues si se congela crudo pierde su estructura y se ablanda. No obstante, las salsas cocinadas sí se pueden congelar sin que sufran alteraciones en su composición.
En la cocina
Los cocineros españoles descubrieron que el sabor del tomate se hace más potente cuando se mezcla con aceite de oliva extra virgen. Esta es la razón por la que se recomienda esta combinación agregándole además ingredientes como ajo, albahaca, orégano, cebolla, vinagre, queso mozzarella y parmesano.
Para contrarrestar el nivel de acidez en la preparación de salsas, se debe incorporar siempre una pizca de azúcar. De esta manera la receta no causará indigestión al comensal.
En definitiva, el tomate ha marcado la historia de las cocinas de los pueblos gracias a su inigualable sabor y versatilidad. .
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