(Resumen del libro)
Christine tiene 37 años. Lleva quince años trabajando de enfermera. Empezó trabajando en Nueva Jersey, donde se enamoró locamente de Michael Stein. Mantuvieron una relación perfecta durante tres años pero, cuando ella le propuso matrimonio, Michael se negó por miedo, rompiéndole el corazón.
Christine se marchó a Los Ángeles durante 7 años, con la esperanza de olvidarse de Michael. Cuando volvió a Nueva Jersey, a su antiguo puesto de trabajo, y se encontró de nuevo con Michael; éste le dijo que se había casado.
Christine se desmoronó al ver que ella todavía le seguía queriendo. Luego, completamente deprimida, se fue a un bar a tomarse unas copas. Empezó a pensar con rabia que Michael se había casado, era rico, seguía en forma y era feliz mientras que ella no le había olvidado y estaba empezando a engordar. Decidió, de aquel momento en adelante, preocuparse única y exclusivamente de sí misma y pasar de los hombres.
Después de la segunda copa, fue a dar una vuelta por el paseo marítimo. Asombrada, vio que en la arena había un hombre sentado en una Harley. Se dio cuenta de que era el hombre que le había llamado la atención en el bar. Se acercó y empezaron a hablar. Él dijo que se llamaba Joe y que estaba allí para ayudarla.
Al principio Christine no se creía nada de lo que decía, pero cuando Joe contó la vida de la chica con todo detalle, consiguió confundirla. Él le dijo que era Dios y que había vuelto para estar de nuevo en contacto con los hombres y que le había tocado el turno a ella de que le ayudase a vivir en paz. También le dijo que se habían interpretado mal sus normas y que, lo que iba a hacer ahora, era dar una lista personalizada a cada uno.
Para Christine tenía seis mandamientos y se iba a quedar una temporada con ella para asegurarse de que los asimilaba y comprendía. Aún así, Christine seguía teniendo muchas dudas. Joe le dio su primer mandamiento: “No levantes muros, aprende a traspasarlos”. Ella le dijo que a lo largo de su vida había levantado sólidos muros que le habían impedido creer en él y mantener a raya a mucha gente y que, gracias a ellos, no le habían hecho daño. Joe le contestó que esos muros pueden ser peligrosos porque le impiden ver lo que es real y encierran su miedo.
Le dice que debe ignorarlos. Christine acaba por creerle. Joe también le dice que cuando echa la culpa de algo a Dios, se la está echando a sí misma, pues él es ella. Dios pide a Christine que no le cuente a nadie su encuentro y le promete que volverán a verse.
Dos semanas más tarde, Joe llama a Christine y le da su segundo mandamiento: “Vive cada momento de tu vida, pues todos son preciosos y no debes malgastarlos”. Le dice que no debe obsesionarse por un hombre o pensar constantemente en el futuro, sino que debe valorar las pequeñas cosas que pasan todos los días para ser más feliz. Christine sabe que le va a costar mucho, pero le promete hacerlo.
Desde ese día empieza a fijarse en las cosas sencillas de la vida: el mar, las flores, los pájaros... y se siente muy feliz. Un día que va a la heladería se encuentra con Joe, que le da su tercer mandamiento: “Cuida de ti misma ante todo y sobre todo”. Le dice que se pasa el día quejándose de su cuerpo, de su trabajo y de que no tiene un hombre en su vida. Le recomienda que trabaje menos horas para disfrutar de su trabajo, y que cambie de vivienda. Al principio a Christine le parece una locura, pero acaba haciendo caso a Joe y se propone descubrirse a sí misma para así cuidarse mejor. Lo primero que hace es reducir su jornada laboral y luego alquila una pequeña casita en la playa. El problema es que no le entraban todas las cosas que tenía en su antiguo apartamento. Joe le ayuda tirando un montón de cosas, la mayoría ropa, que según él, no le hacen falta. Después se van a comer y Joe le da una valiosa lección. Le dice que su amor propio le impide ser feliz. Lo que debe hacer es aceptarse a sí misma tal y como es y mostrarse de ese oso. También le dice que existen muchos hombres que entienden el concepto de amor y que ella encontrará a alguien a quien atraiga por su forma de ser. El cuarto mandamiento, por tanto, es: “Renuncia al ego y muéstrate tal y como eres”. Poniéndolo en práctica, Christine empieza a cambiar sus prioridades, dándole más importancia a descubrir el mundo que la rodea, en vez de a sus otras tareas.
Christine se da cuenta de que cada día disfruta más de la vida. Una noche que estaba en su casa, Joe aparece y baila con ella y aprovecha para darle su quinto mandamiento: “Todo es posible en cualquier momento”. La chica le confiesa que está enamorada de él, aunque eso vaya contra las normas. Él le explica que está bien porque, en realidad, el amor que ella siente no es amor romántico, sino amor genuino, que no pide nada a cambio. Entonces, Christine se da cuenta de que, por primera vez en su vida, se quiere a sí misma.
Unos días más tarde va a una actuación de Jim Ma Guier, un saxofonista. Allí vuelve a ver a Joe, que se despide de ella dándole un regalo: unas tablillas de oro en las que estaban grabados sus seis mandamientos. El sexto es el siguiente: “Sigue el fluir universal. Cuando alguien da, recibir es un acto de generosidad, pues en esa entrega, siempre se gana algo”. A Christine le da pena que Joe se vaya pero sabe que siempre le va a recordar y decide disfrutar del momento que está viviendo, como él le enseñó. Al final del concierto, Jim Ma Guier, con el que había estado antes de su actuación sin saberlo, le dice que se siente atraído por ella y juntos se van a dar un paseo en su moto.
Christine se siente completamente feliz y preparada para disfrutar de la nueva vida que Joe le ha enseñado a vivir.
Sitúa el siguiente texto en la obra y explica por qué dice esto la protagonista.
Christine dice esto cuando le confiesa su amor a Joe. Es cuando se da cuenta de que el verdadero amor es aquel que no quiere nada a cambio, simplemente ser expresado. Comprende que al querer a Joe, se quiere a sí misma, porque, cómo él le había explicado, Dios y ella son la misma persona.
¿Qué consecuencias prácticas sacas para tu vida tras la lectura del libro?
Los problemas y complejos de Christine son los que tiene mucha gente, y este libro me ha hecho pensar. Joe le da mucho consejos que me pueden servir en mi vida, pero yo destacaría tres: el de no levantar muros, el de vivir cada momento y el de mostrarse tal y como eres.
Es verdad que muchas veces esos “muros” que le construimos a nuestro corazón nos evitan daños, pero no nos dejan ver las cosas tal y como son y podemos llegar a excluir a gente, o a Dios, por culpa de ellos. Al final solo nos causan daños, y es por eso que debemos aprender a superarlos.
Tenemos que vivir cada momento, ya que es único e irrepetible y, si te fijas en las pequeñas cosas, en los detalles que ocurren todos los días a tu alrededor, eres mucho más feliz que si te pasas la vida pensando en lo que no tienes
Por último, el de mostrarse tal y como uno es. Muchas veces actuamos de una manera o de otra sólo para quedar bien con determinada gente y no debemos hacerlo porque si alguien no te acepta tal y como eres, no es un verdadero amigo/a. Yo creo que este es el más importante y el que más nos ocurre. Aunque sea difícil, tienes que conseguir aceptarte a ti misma, para poder mostrarte tal y como eres a los demás. Si tu te ves bien eres mucho más feliz y consigues que los demás también te vean bien.
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