Dejemos a los envidiosos la tarea de proferir injurias y a los necios la de contestarlas.
Las injurias tienen una gran ventaja sobre los razonamientos: la de ser admitidas sin pruebas por una multitud de lectores.
La burla y el ridículo son, entre todas las injurias, las que menos se perdonan.
Las injurias son las razones de los que tienen culpa.
¿Qué ganarías con injuriar a una piedra que es incapaz de oírte? Pues bien, imita a la piedra y no oigas las injurias que te dirijan tus enemigos.
Si otro te injuria, puedes olvidarlo; si injurias tú nunca olvidarás.
Más vale apagar una injuria que apagar un incendio.
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