Una empleada de 33 años murió de agotamiento hace pocos días en una fábrica de China.
Cayó en coma tras 24 horas de trabajo continuo en una factoría situada al sur del país.
Los obreros de las fábricas ganan US$123 al mes y cada día les piden más horas suplementarias.
¿Tiene sentido que el trabajo o el dinero sean dones más preciados que la vida misma?
¿Dónde están los empresarios con alma, conscientes y ricos en humanismo y sensibilidad?
En el mundo hay muchos que se suicidan por cuotas con trabajos agotadores e inhumanos.
Y lo más doloroso, es que en ese grupo de seres explotados hay un buen número de niños.
Como decía Oscar Wilde, sobrevivimos en un mundo que conoce el precio de todo y el valor de nada.
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