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LA LEY DEL MAR


La balsa de la Medusa, oleo de Théodore Géricault de 1819, realizado nueve años después del trágico naufragio de la fragata La Meduse en la que los supervivientes se vieron obligados a practicar canibalismo de supervivencia siguiendo la tradición de la ley del mar.

La ley del mar engloba una serie de tradiciones por las que los marinos de todo el mundo se han regido a lo largo de la historia de la navegación. Tradiciones como que el capitán sea el último en abandonar el navío o que sean las mujeres y los niños los primeros en ocupar las plazas de los botes salvavidas en caso de naufragio, son algunas de estas costumbres.

Sin embargo, la ley del mar se refiere más específicamente a la costumbre de practicar canibalismo de supervivencia en el caso de que un grupo de náufragos quede a la deriva tras un naufragio.

De acuerdo a esta tradición marinera, en el caso de que un grupo de marinos quedase a la deriva en alta mar, una vez agotado el alimento, los náufragos podían echar a suertes quién de ellos sería sacrificado para servir de alimento a los demás. Este proceso se repetiría tantas veces como fuese necesario hasta que los supervivientes fuesen rescatados, o hasta que quedase un único superviviente en la balsa.
De acuerdo a la ley del mar, únicamente podían ser usados como alimento bien los cuerpos de personas que hubiesen muerto por causas naturales -habitualmente heridas producidas en el naufragio, o más comúnmente muertos por haber bebido agua de mar-, o bien aquellos supervivientes que el azar hubiese escogido para tal fin. Entre los marinos era habitual usar el método del cordel: se cortaban tantos pedazos de cabo como supervivientes quedasen y aquél que escogiese el cordel más corto era el elegido para el sacrificio.

Ejemplos históricos de canibalismo de supervivencia en naufragios:

La Meduse fragata francesa embarrancada en un bajo de arena a más de 50 millas de la costa en 1810. La falta de botes salvavidas suficientes obliga a construir una enorme balsa que se sobrecarga con los naufragos que no cabían en los botes salvavidas. Tras intentar remolcar la balsa con los botes salvavidas, el capitán ordenó cortar los cabos de remolque abandonando la balsa a su suerte, dejando a la deriva a 149 tripulantes. Tras 2 semanas a la deriva la balsa es localizada por un navío francés. En ella sólo quedaban a bordo 15 supervivientes en condiciones deplorables que habían tenido que recurrir al canibalismo para poder sobrevivir.

Essex ballenero hundido por un cachalote el 20 de noviembre de 1820 en el pacífico Sur. Los 21 supervivientes se acomodaron en las tres lanchas balleneras y llegaron a la isla Henderson. Allí se alimentaron hasta que esquilmaron los escasos recursos del lugar. Todos los supervivientes, salvo tres, decidieron hacerse de nuevo a la mar para tratar de llegar al continente sudamericano. Los primeros muertos en los botes fueron arrojados al agua envueltos y cosidos en una lona, tal y como manda la tradición. Pero poco tiempo después, los marineros supervivientes se vieron obligados a aplicar la ley del mar en los botes y echar a suertes quienes serían ejecutados para servir de alimento a los demás. Finalmente ocho marineros fueron rescatados por dos barcos diferentes unos 95 días después del naufragio; siete marinos habían sido ejecutados y devorados.


Michael Sandel analiza el componente moral y ético de esta practica en el siguiente video:

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