Mi
nombre es Juliana y vivo en Dubai, ciudad que ha puesto la región en la mira
del mundo y que ha logrado, con sus encantos y extravagancias, borrar de
nuestras mentes el antiguo Golfo Pérsico .
Llegué
hace dos años y medio, ya que mi esposo, piloto, consiguió trabajo acá.
Aunque en Medellín soy médica de la Universidad CES, en
Dubai se puede decir que además de esta, tengo varias profesiones, como ama de casa, profesora de
una guardería, estudiante de postgrado y esposa de piloto, ya que muchas
mujeres de acá dicen, en broma, que esta es toda una profesión.
En 2008, mi primer año acá, fue de adaptación en todo
sentido, ya que me casé, salí de mi casa, egresé de la universidad y como si
fuera poco, salí del país. Y para Dubai en Emiratos Árabes.
Desde
el primer momento, hubo una gran química entre Dubai y yo, y hemos logrado
mantener una relación feliz y estable. Dubai me recibió con todas las maravillas que lo
caracterizan y yo llegué con la mente y el corazón abiertos, cualidades
que han hecho que nuestra relación sea un éxito y se fortalezca cada día más. Y
aunque a veces le reniego por el clima en los meses de verano, tranquiliza con todas las otras
cosas lindas que tiene para ofrecerme, como las mañanas que son hermosas, la playa de arena
blanca y el mar azul, o el Burj Al Arab que nunca me canso de verlo.
Dubai es única, con toda la infraestructura de los países
desarrollados, el toque
mágico del Medio Oriente y la cultura islámica y una mentalidad abierta
y de bienvenida a todos.
Debido a la gran cantidad de extranjeros, que de hecho somos
la mayoría en el país, en Dubai no me identifico por ser colombiana ni mujer
latina. Todos, más que de una nacionalidad específica, somos extranjeros o
"expats" como nos dicen. La población se puede dividir en dos: los
locales y los "expats".
Los
locales en su mayoría son personas con un buen nivel económico, elegantes y
amables. Son muy respetuosos con los extranjeros y aunque exigen respeto
a sus creencias y costumbres, son tolerantes a la diferencia.
La mayoría de los hombres usan la "kandora", una
bata blanca, y las mujeres usan la abaya y un velo llamado "hijab"
cubriendo el pelo. En este país, no se usa la famosa "burka". Y todas
las mujeres debajo de sus abayas usan ropa occidental, incluyendo Armani, Dior, Carolina Herrera y
Hermes entre otros, haciendo énfasis en los bolsos, las gafas y los
anillos, ya que son los accesorios que les muestran al mundo.
En mi segundo año en Dubai y con nuestra relación más madura
y fortalecida, decidí
empezar mi exploración del área de la Medicina y mi búsqueda de trabajo como
médica.
Cuando empecé con esta búsqueda, de mis primeras
experiencias fue la pregunta de la gente ¿y dónde queda Colombia? Y la verdad
no me sentía triste, sino feliz con la posibilidad de
describirles y contarles todas las cosas hermosas de mi país. Lo
único malo de este desconocimiento, era que mi diploma de medicina del CES, del
cual me sentía muy orgullosa, también lo desconocían.
Todo estaba perdido. Acá tienen una lista de países de los
cuales aceptan la licencia medica, entre los cuales no esta Colombia y de hecho
ningún país latinoamericano ni árabe. Me exigían un postgrado o especialización
y mínimo dos años de experiencia. Y yo? no tenía nada.
Durante este tiempo, estuve en contacto con varios médicos (la mayoría son del
Reino Unido, Australia o especializados en Estados Unidos), en calidad de
paciente, de acompañante y de colega en búsqueda de ayuda, y aunque me
encontré con grandes personas dispuestas a ayudarme, mi sentimiento de orgullo
por ser médica de Colombia y del CES, crecía inevitablemente.
Empecé a darme cuenta de la frialdad en la atención de los
pacientes, el poco acercamiento a ellos, incluso en muchos casos llegando a
ninguna clase de examen físico.
Los múltiples errores en los diagnósticos y ni qué hablar de
los tratamientos, errores que incluso una médica recién egresada y sin
experiencia, como yo, era capaz de detectar. Aclaro que también encontramos
médicos con una gran calidad humana y académica.
Pero
sin quererlo, me convertí en mi médica, la de mi esposo y la de muchos de
nuestros amigos, lo cual me llenaba de orgullo, de confianza y de fuerza para
no darme por vencida.
En lo relacionado con los hospitales, hay de todo. Están los
públicos y los privados, ambos similares con los que tenemos en Colombia. Las
diferencias serían que acá se tiene la capacidad económica para mejor
tecnología y aunque los costos son elevados, la mayoría de la gente tiene acceso al sistema de salud.
Empecé
el proceso de homologación de mi título en España, un postgrado con la
Universidad de Barcelona y empecé a trabajar en una guardería, mientras
terminaba mi proceso. Ya con el título de España y mi diploma, tengo
gran parte del camino recorrido, pero aún me falta un punto fundamental: La
experiencia. Ante tal situación, estuve a punto de verlo todo perdido de nuevo,
pues nadie me quería contratar por falta de experiencia y si nadie me daba la
oportunidad, no tenía cómo ganar experiencia, una problemática que enfrentamos
miles de recién egresados.
Gracias a la constancia y creo
que a la intensidad, los del departamento de licencias aceptaron finalmente
darme la oportunidad de conseguir un trabajo por un año con una licencia
especial, que se llama Licencia supervisada, con la cual se me da la
oportunidad de trabajar y ganar experiencia durante ese año, y si doy buenos
resultados, luego de ese tiempo me dan mi licencia original, con lo cual puedo
conseguir un trabajo como médica, sin problema alguno.
Y hoy,
24 de octubre de 2010, tengo trabajo como médica, trabajo que me dará la
oportunidad de empezar a lograr mis metas profesionales y a mostrar la medicina
que tenemos en Colombia y la que tenemos en el CES.
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