A pesar de los incentivos legales para contratar personas en condición de discapacidad, la mayoría de compañías no se deciden hacerlo por desconocimiento.
En los últimos años ha cobrado relevancia el tema de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), una posición que las compañías han asumido como contribución al mejoramiento comunitario, ambiental y económico del entorno en que desempeñan su actividad productiva.
A pesar de ser un concepto que surgió en los Estados Unidos a principio de los años 60, fue hasta hace poco que algunas organizaciones entendieron que su accionar no solo se debía limitar a ser exitosos en sus negocios, sino que desde una filosofía corporativa se debía actuar en beneficio de los trabajadores, sus familias y el ecosistema.
Aunque ciertas compañías implementan iniciativas ocasionales o motivadas por un interés de mercadeo mediático, otras lo hacen como un conjunto integral de políticas, prácticas y proyectos que se suman a todas sus operaciones e inciden directamente en el contacto con los clientes.
Uno de estos programas es el de la inclusión de personas en condición de discapacidad al mundo laboral, apuesta a la que muy pocas compañías en Colombia han enfocando sus procesos de gestión humana.
A pesar de la motivación que ofrecen iniciativas como la Ley 361 de 1997, en donde se establece que los empleadores que ocupen trabajadores en situación de discapacidad, podrán deducir de sus declaraciones de renta hasta el 200 por ciento del valor de los salarios y prestaciones sociales pagados durante el año o período gravable, aún es muy reducido el número de organizaciones que se suman anualmente a este proceso.
Según Jorge Mutis Leal, director de Integración Laboral de la Fundación Teletón esto sucede porque los empresarios muchas veces por desconocimiento, piensan que de esta clase de personas no obtendrán los rendimientos esperados, además de creer que es un acto de caridad.
“Toda empresa ha sido fundada o creada para obtener utilidades, por lo tanto, ninguna compañía va a vincular a un colaborador simplemente por hacer un acto de buen corazón. Por el contrario, lo que interesa es que aquél que llegue aporte a los procesos de la organización y no sea una carga para ellas”, agrega Mutis.
Precisamente este es el punto que este tipo de entidades sin ánimo de lucro le hace ver a las compañías, que la persona en situación de discapacidad puede trabajar, producir y ser a un empleado regular.
Cuando se entiende esto, afirma el directivo, el proceso de selección se hace en igual de condiciones y si aquellos que se presentan tienen las competencias que requiere el cargo se quedan como lo hacen todos.
En este punto Gustavo Aristizábal, gerente del Centro Comercial Gran Estación afirma que este es un paso que las empresas tienen que dar e ir más allá de su cumplimiento, invertir en el capital humano, el entorno y así respaldar el desarrollo social que genera oportunidades y hace que la sociedad se identifique con el producto o servicio que se ofrece.
En la actualidad, el 26 por ciento de los empleados directos e indirectos de éste lugar hacen parte del programa de RSE. De estos 59 son madres cabeza de familia y 29 presentan algún tipo de limitación física.
Hasta el momento la Fundación Teletón ha logrado vincular contractualmente a más de 4 mil 500 personas.
Esta cifra que en apariencia puede ser pequeña, ha sido la sumatoria de diversos esfuerzos por hacer que las empresas entiendan una problemática social, de la cual más de 2 millones 600 mil personas en Colombia hacen parte, según el último censo hecho por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).
Finalmente tanto Mutis como Aristizábal coinciden en que el desempeño de este tipo de población es sobresaliente y expresan que cuando se venza el imaginario sobre estas personas la situación cambiará.
“Así como las empresas presentan anualmente sus balances económicos, deberían mostrar un balance social de su desempeño”, concluye Mutis de Teletón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios