¿Quién dice que el camino que nos
queda es cuesta abajo?
Mantenerse saludable y sentirse
joven es más fácil de lo que la mayoría supone. Sólo hay que seguir estos
sencillos tips para principiantes.
Alimentación inteligente
Numerosos estudios demuestran que existe una dieta que ayuda a alargar la vida: la dieta
mediterránea tradicional, la cual incluye los alimentos que la Organización
Mundial de la Salud recomienda a todas las personas: muchas verduras y frutas,
legumbres, frutos secos y cereales enteros. También incluye un poco de
carnes rojas, porciones abundantes de pescado y cantidades moderadas de vino
tinto y carne de aves, así como aceite de oliva, el cual es rico en las
saludables grasas monoinsaturadas.
En un estudio realizado en la Universidad de Cambridge, se analizó la
dieta de casi 400,000 personas jubiladas y se les asignó un puntaje basado en
lo poco o mucho que se asemejaba a la dieta mediterránea. Diez años después, la
tasa de defunciones entre los participantes que obtuvieron las puntuaciones más
altas a lo largo de ese tiempo era 20 por ciento menor a la tasa entre aquellos
que obtuvieron los puntajes más bajos.
O podemos volver la mirada a la isla Okinawa de Japón, famosa por tener
el mayor porcentaje de centenarios en el mundo. Los científicos consideran que
la alimentación es esencial para mantener la buena salud en la vejez. En
Okinawa, la dieta es abundante en verduras, fibra y agua; aporta muchas
vitaminas, minerales y otros nutrientes, y es baja en calorías.
A diferencia de lo que ocurre en el resto de Japón, en la isla consumen
camote (batata) en vez de arroz, así como algas marinas, hinojo y té verde.
Café: ¿es saludable o no?
Aunque el café aumenta los
niveles de colesterol, especialmente si no está filtrado —como el turco, que se hierve en un
cezve, el recipiente tradicional—, la mayoría de los estudios muestran que no
está asociado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además,
según un grupo de investigadores de Oregon, el café podría brindar protección contra la diabetes tipo
2, la hepatitis y la enfermedad de Parkinson.
El té también es benéfico. Tras una revisión
de estudios realizada en 2011, investigadores británicos llegaron a la
conclusión de que tres o cuatro tazas de té al día reducen el riesgo de
infarto. El té verde es famoso por ser bueno para la salud, e incluso el negro
contiene algunos antioxidantes. Las tisanas herbales contienen muchas
sustancias fitoquímicas con efectos preventivos.
No existen pruebas suficientes de
que la cafeína del té, el café y el cacao sea dañina. De hecho, las
investigaciones han demostrado que la cafeína es un antioxidante y que podría
proteger contra las enfermedades cardiacas y el Alzheimer. Un estudio médico
realizado con mujeres francesas de 65 años de edad o más reveló que las que
bebieron más de tres tazas de café al día (o su equivalente en té) tuvieron una
menor pérdida de memoria que las que tomaron una taza o menos. Las mujeres de
65 años tenían 30 por ciento menos probabilidades de experimentar pérdida de
memoria si bebían café, y al cumplir 80 años, la protección aumentaba nada
menos que a 70 por ciento.
Es un mito... que necesitas ocho
vasos de agua al día
Según los nefrólogos Dan Negoanu y Stanley Goldfarb, de la Universidad
de Pensilvania, no hay pruebas que sustenten esta creencia. Si bien es
importante hidratarse tomando agua, los alimentos también aportan líquido, en
especial las frutas y las verduras, que son ricas en agua. La creencia de que
sólo el agua pura sirve ha sido refutada también: en un estudio británico
realizado con voluntarios saludables, se observó que el té negro es tan
hidratante como el agua.
Reforzar la inmunidad: ¿para qué?
Todos contamos con unas fuerzas defensivas que nos permiten resistir los
ejércitos de gérmenes que invaden el cuerpo y provocan infecciones: esas
defensas son las células sanguíneas llamadas linfocitos. Existen dos tipos
principales, las células T y las células B, que se producen en la médula ósea;
las células B maduran allí, mientras que las células T se dirigen al timo
(glándula ubicada en el tórax), donde maduran totalmente y luego pasan al bazo
y a los ganglios linfáticos, listas para dar pelea a los microbios. Sin
embargo, antes de que las células T puedan hacer su trabajo, tienen que
aprender a detectar invasores específicos; este proceso “educativo” ocurre en
el timo.
A medida que envejecemos, el timo
se encoge; al llegar a los 60 años sólo quedan algunos vestigios, y la cantidad
de células T en el cuerpo disminuye. No se sabe con certeza por qué sucede esto,
pero a esa edad uno tarda más en aliviarse de las infecciones y de las heridas.
Así que es importante
reforzar las defensas contra las enfermedades siempre que sea posible.
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