Hace poco el actor Robin Williams se
quitó su cuerpo, no la vida, ya que el espíritu regresa al otro lado con un
cuerpo de luz.
Había
dejado en su casa mensajes como estos: “estoy harto de todo” y “es hora de marcharse”.
Lo
hallaron sus tres hijos Zak, Zelda y Cody. Cuando él murió, Zelda, se negó indagar los porqués:
“No creo que tenga sentido. No hay
motivos para preguntarse por qué, ya está hecho, y hay que aceptarlo”.
Y
agregó con sabiduría:
“Tampoco tiene sentido echarle la culpa
a nadie, ni a él o al resto del mundo.
Tienes que seguir adelante, seguir
viviendo y arreglártelas para no sucumbir”.
Un buen
testimonio.
Puse
antes “se quitó su cuerpo”, porque uno no se puede quitar la vida, solo el empaque
material.
Muy
duro para el suicida: Sigue
vivo sin su físico, pero con su mente y sus emociones negativas: miedo, rabia,
aflicción, desespero, etc.
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