Así
lo asegura Lierre Keith, autora de 'El mito vegetariano', que sostiene que,
frente a la creencia de los veganos, la agricultura está haciendo un daño
incalculable al planeta
"La
agricultura es carnívora: lo que come son ecosistemas y los ingiere
enteros", explica la escritoria, quien fue vegana 20 años..
hasta que su dieta le pasó factura
Ni fertilizantes ni antibióticos: así es el granjero más
revolucionario del mundo
«La
capacidad de crecimiento de la población es infinitamente mayor que la
capacidad de la tierra para producir alimentos para el hombre»
Lo dijo un tal Thomas Malthus allá por 1798
Según sus cálculos, 1880 era la fecha estimada para que
la situación fuera insostenible
Pero no tuvo en cuenta hambrunas ni guerras, que
diezmaron la población mundial, ni el desarrollo exponencial de las
revoluciones industriales que estaban por llegar
Y,
sin embargo, esa guillotina sigue ahí, amenazando con cortarnos la cabeza por
culpa de un crecimiento que no parece conocer límites.
Esos
límites existen y ya los hemos rebasado
Tal y como está montado el tinglado, en 2050 seremos cerca de 10.000
millones de habitantes en este maravilloso y loco planeta
Según varios estudios, la producción de alimentos deberá
crecer hasta un 50% para poder satisfacer las demandas de la población
¿Cómo
podemos frenar antes de llegar a ese punto de no retorno? Si, según la
FAO, 815 millones de personas pasan hambre hoy en día, ¿cuántas morirán de
inanición en 2050? Intentamos adentrarnos en este laberinto de datos,
predicciones catastrofistas, modas alimentarias y el poder omnímodo de la
industria alimentaria.
La
solución mágica para mejorar la alimentación, la salud y combatir los daños que
sufre el medio ambiente reside en los vegetales
eso afirman algunos
Era algo indudable para Lierre Keith, escritora feminista
y ecologista, autora de El mito vegetariano (Capitán Swing), un libro a medio
camino entre el diario personal, el ensayo y la llamada a las armas
Keith se
agarró a esa idea como algo irrefutable durante los 20 años que fue vegana,
hasta que su cuerpo dijo basta
Lo que ahora pretende poner en cuestión es la identidad
construida en torno al vegetarianismo, tratando de desmontar las razones morales, políticas y de
salud que esgrimen los veganos
No siempre lo consigue, pero al disparar contra todo y
contra todos provoca al menos un debate que se antoja necesario.
«La
gente que más se preocupa por la destrucción medioambiental no entiende que son
parte del problema», explica por teléfono desde California
«Hasta
que no comprendamos qué es lo que está causando esa destrucción no seremos
capaces de pararla
Estoy hablando específicamente de la agricultura»
La mayoría de veganos creen que su dieta a base de
vegetales es lo mejor que pueden hacer para detener el desastre ecológico
«Y
están completamente equivocados, no por sus valores, que son
perfectamente válidos, sino porque
no entienden que la agricultura es la cosa más destructiva que los humanos le
han hecho al planeta», subraya.
Los veganos que esgrimen argumentos éticos para no comer
animales se aferran a la idea de que no participan en la muerte de ningún ser
vivo
Sus manos no están manchadas de sangre y, por tanto, su
conciencia está tranquila
«Los
monocultivos arrasan a los habitantes originales para que los invasores puedan
hacerse con la tierra», afirma en el libro
«Es una limpieza biológica, un biocidio
No es pacífico
No es sostenible
Y cada pequeña porción de alimento está cargada de
muerte»
La
agricultura industrial acaba con la riqueza del suelo, desplaza y extingue
especies, modifica los cauces de los ríos, los deseca y contamina: «La
agricultura es carnívora: lo que come son ecosistemas y los ingiere enteros».
Keith
es consciente de que hasta el 70% del grano que se produce en el mundo está
destinado al consumo animal, una manera eficaz de engordar al ganado
para producir carne barata pero no exenta de riesgos y consecuencias
devastadoras
«Todo
lo que dicen sobre la ganadería industrial es verdad
Es
una actividad cruel, despilfarradora y destructiva»
Pero, sostiene Keith, comerse una hamburguesa de tofu y
una de ternera no difiere tanto en cuanto al impacto que eso tiene en el medio
ambiente y en la biodiversidad.
¿Es
cierto que cuanta más carne comemos más huella de carbono tiene nuestra
alimentación?
El problema real es que sólo se tienen en cuenta los
costes medioambientales de la carne de ganadería industrial, que tiene una
gigantesca huella de carbono porque está alimentando a los animales
erróneamente
Sobre todo se utiliza maíz, que contribuye directamente
al calentamiento global, porque
todos sus fertilizantes están hechos a base de petróleo y gas
Pero el maíz no es el alimento natural de los rumiantes,
sino la hierba
En el momento en el que pones de nuevo al ganado a comer
pasto, recuperas un sistema biológico que funciona a la perfección y que
absorbe carbono en vez de liberarlo
El
problema no son los rumiantes, sino la dependencia del ser humano de los combustibles
fósiles.
La
agricultura es carnívora: lo que come son ecosistemas y los ingiere enteros
Es un biocidio
Cada pequeña porción de alimento está cargada de muerte
Luis Ferreirim, portavoz de Agricultura de Greenpeace,
está de acuerdo con Keith en que «uno de los grandes problemas de la agricultura industrial es la
uniformidad
Son
cultivos que generan una dependencia brutal de fertilizantes y plaguicidas
sintéticos, lo que provoca desequilibrios ecológicos muy grandes
Eso tiene graves consecuencias sobre el medio ambiente,
desde la contaminación directa de suelos y agua, hasta poner en riesgo especies
tan fundamentales para la agricultura como los polinizadores».
Eso sí, Ferreirim prefiere poner el foco en el
desperdicio alimentario: «La propia FAO asume que la Revolución Verde, que se
diseñó para incrementar de forma exponencial la producción de alimentos, es un
modelo agotado y nos ha dejado una herencia terrible
Ese
modelo productivista nos ha llevado a producir tal cantidad de cereales que al
final estamos tirando una tercera parte, un excedente con el que se podría
alimentar a la población que tendremos en 2050».
Chúpate ésa, Malthus.
La
Revolución Verde de la que habla el portavoz de Greenpeace se inició a finales
de los años 60 y estaba basada en variedades de alto rendimiento de granos de
cereales, distribución de semillas híbridas, fertilizantes sintéticos y
pesticidas
La iniciativa se vio reforzada en EEUU, sostiene Keith,
«por una política pública que defendía que todo el mundo debía adoptar una
dieta baja en grasas y alta en carbohidratos
Fue un experimento llevado a cabo con toda la población
estadounidense
50 años después, podemos decir que todo lo que
consiguieron fue hacernos
más gordos, más enfermos y más estúpidos
Y no son insultos, sino la descripción de una realidad
Es algo que nos ha destruido».
Ahora llegamos al otro caballo de batalla de la autora de
El mito vegetariano, la principal razón por la que se lanzó a escribir el
libro: su deteriorada salud
Tras
20 años de dieta vegana, desarrolló una enfermedad degenerativa articular
(espondilosis) que la acompañará el resto de su vida
A eso hay que sumarle episodios de hipoglucemia,
agotamiento, náuseas, ansiedad, depresión, desaparición de la regla..
Síntomas que se encarga de ligar a las deficiencias de su
dieta en las páginas del libro.
¿Culpa
a la alimentación vegana de todas sus enfermedades?
Sí,
porque todas mejoraron cuando dejé de serlo
Algunas desaparecieron por completo, otras son
permanentes, pero al menos sufro mucho menos dolor que antes
Para mí no hay duda alguna: comer una dieta con presencia
de grasas de animales que yo misma crío ha hecho mi vida mejor y más sana
Es muy habitual que me escriban veganos y ex veganos
Y muchos de ellos sufren exactamente los mismos problemas
de salud que yo tuve
Puedes darte cuenta de cuando una ideología anula la
realidad física porque la gente es capaz de hacer cosas terribles por un
supuesto bien común
Algunos de ellos son fanáticos, y aunque ven con sus
propios ojos cómo se deteriora su salud y la de sus hijos, siempre anteponen su
ideología.
Para confrontar su versión, consultamos la opinión de
Aitor Sánchez, dietista-nutricionista del Centro de Alimentación Aleris y autor
del libro Mi dieta cojea (Ediciones Paidós)
«Es
posible tener una dieta vegana que no afecte a la salud o que sea beneficiosa
si está bien planificada
¿Cuál es el conflicto? Que mucha gente adopta esta dieta
por su cuenta y riesgo, como quien sigue una dieta omnívora mal diseñada y
acaba con problemas de salud como los que se ven en nuestro entorno».
En el día a día recibimos un bombardeo constante
Aliméntate
a base de quinoa y aguacate como si no hubiera un mañana (a pesar del
impacto que eso pueda tener en los productores locales)
No
te olvides del bífidus y los omega-3
Come
menos carne y lácteos
Estos consejos nos llegan de todas las fuentes posibles,
algunas fiables, otras no tanto
¿En quién confiar? «Conviene dejarse guiar por el sentido común y el rigor
científico, y eso a veces no es nada fácil», apunta Sánchez
«Si no son gurús, te está intentando timar la industria
alimentaria, o puede que des con sanitarios desactualizados y con anuncios de
televisión que dicen barbaridades
Hay
demasiados intereses privados de por medio
Los dietistas-nutricionistas nos dedicamos a esto pero
sucede, como en cualquier otra profesión, que el hecho de serlo no te garantiza
tener buenas pautas
Conviene fiarse de profesionales actualizados, rigurosos
e independientes».
Lierre Keith asume que las decisiones personales no van a
transformar el ritmo vertiginoso al que agotamos los recursos y la fertilidad
del suelo
La catástrofe malthusiana sigue ahí, acechando sobre
nuestras cabezas
Lo que defiende, y en esto están de acuerdo los tres
entrevistados, es que la respuesta tiene que proceder de técnicas agrícolas que
garanticen la diversidad
La
ganadería extensiva, el policultivo de plantas vivaces y el consumo de
proximidad son las armas más eficaces, según ellos, en esta lucha por la
sostenibilidad del planeta y sus habitantes..
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