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PROTEGE LOS OJOS DEL SOL


Según datos proporcionados por el Colegio Nacional de Ópticos y Optometristas las patologías oculares aumentan un 20% en verano. Los rayos ultravioletas y el cloro de las piscinas son dos de las principales agresiones a las que están expuesta nuestros ojos en esta época del año. La prevención es la clave para prevenir molestias futuras.

Dolencias oculares
La exposición a los rayos solares sin protección no sólo daña la piel, también los ojos pueden verse perjudicados. Estos rayos producen un daño acumilativo que pueden lesionar la córnea, la retina y el cristalino, provocando la aparición de dolencias como la conjuntivitis, la queratitis (inflamación de la córnea), las úlceras crónicas y las cataratas.

POR QUÉ OCURRE
Cuando exponemos los ojos al sol, la radiación entra por la pupila, es enfocada por la córnea y el cristalino y después se proyecta en la retina. Si esta radiación es muy intensa, puede llegar a quemar la retina.

CONSECUENCIAS
Las dolencias más frecuentes producidas por el sol son las siguientes

Queratitis actínica. Se trata de la inflamación de la córnea, conocida popularmente por el nombre de "ceguera de nieve". Sus síntomas son sensación de tener arena en los ojos, fobia a la luz, visión nublada, lagrimeo, etc.

Conjuntivitis y queratoconjuntivitis.  En este caso, la inflamación afecta a la conjuntiva. Aunque, generalmente, el causante de este transtorno es un virus, los transtornos pueden agravarse con el sol.

Pterigión. Es un tejido que crece sobre la conjuntiva como consecuencia,  principalmente, de la radiación ultravioleta. Sus síntomas pueden ser enrojecimiento, irritación y sequedad ocular, visión borrosa, etc.

Cataratas. Es la pérdida de la transparencia del cristalino (lente situado detrás de la pupila que permite enfocar los objetos con nitidez) que bloquea la entrada de la luz y disminuye la agudeza visual. Las exposiciones al sol aceleran su evolución.

Degeneración macular de la retina. Afecta la mácula, es decir, la parte central de la retina del ojo responsable  de la visión fina de los objetos, y causa pérdida de la visión central.

Cómo protegerse
Para evitar que los rayos solares perjudiquen nuestra salud ocular, además de controlar la duración e intensidad de las exposiciones solares, es conveniente seguir estos consejos.

GAFAS DE SOL. Son mucho más que un accesorio de moda, ya que resultan imprescindibles para evitar la agresión del sol. Es importante, sin embargo, que se trate de un modelo homologado, ya unos lentes de mala calidad pueden resultar más perjudicial, incluso, que prescindir de ellas. El problema principal de las gafas no homologadas es que, a pesar de ser oscuras, no protegen los ojos de la radiación solar, lo que supone una peligrosa combinación. La pupila se dilata al percibir menos luminosidad y permite que penetre en el ojo una mayor cantidad de rayos UVA, dañando la retina y el cristalino. Es importantísimo, por lo tanto, elegir lentes que filtren la radiación UVA y UVB. Las personas con los ojos delicados deben llevar modelos con protectores laterales que eviten la radiación reflejada en la arena de la playa, el agua del mar, la montaña, etc.

DORMIR EN LA PLAYA. Esta peligrosa costumbre no sólo puede producir quemaduras en la córnea, sino que también aumenta las posibilidades de sufrir cataratas en un futuro.
DIETA. Hay nutrientes que nos pueden ayudar a prevenir las molestias oculares causada por el sol como la luteína. Presente en alimentos como la col, las espinacas, el brécol y las frutas y verduras amarillas o naranjas (melocotón, zanahoria...) previene los daños que pueda sufrir la retina.
Precauciones en el mar y la piscina
Los baños en las playas y piscinas son otro de los factores de riesgo a la hora de sufrir dolencias oculares en verano.

PISCINAS.  Para evitar problemas, el agua debe tratarse de forma adecuada. Actualmente, existe una legislación muy estricta al respecto, pero aun así, el riesgo de sufrir problemas  como consecuencia del posible mal estado del agua como  la conjuntivitis víricas , irritaciones, etc. siempre está presente. El cloro de la piscina ayuda a depurarla, pero,  paradójicamente,  también puede resultar irritante y provocar conjuntivitis, en este caso irritartivas. La clave está en utilizar gafas de natación, sobre todo si nos sumergimos en el agua o tenemos algún tipo de dolencia ocular.


AGUA DE MAR. Es conveniente evitar aquellas playas que no cumplan con las condiciones mínimas de salubridad. En cualquier caso, para prevenir problemas, se recomienda  limpiar los ojos con agua dulce después de cada baño.

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