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LOS HOMBRES SÍ DEBEN LLORAR



La actitud fuerte y dominante parece ser cosa del pasado. Cada vez son más los que defienden la idea de que dejar asomar el lado tierno y débil de los hombres resulta liberador y saludable. A continuación, un viaje a la sensibilidad del género masculino.

Boabdil, el último rey de Granada, tras rendirse a los Reyes Católicos y salir rumbo al exilio, dejó escapar una lágrimas mientras contemplaba las murallas de su ciudad. Entonces su madre le habría dicho: "Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre". 

Hoy en día las cosas han cambiado: "Podríamos decir que estamos viviendo un proceso de liberación masculina en tanto que los hombres se comienzan a preguntar sobre otras posibilidades de ser y empiezan a validar el plural de la masculinidad. Venimos de un modelo hegemónico absoluto y estamos reivindicando las masculinidades: hay una variedad de posibilidades de ser hombre, no una sola. Llegamos a eso cuando muchos individuos empezaron a reconocer en sus vidas personales y familiares que ese modelo de hombre era una carga para ellos, algo que no los dejaba expresarse libremente, que los hacía infelices".

Los orígenes de este cambio se remontan a la liberación femenina. Sobre todo a la que se conoce como la segunda sucesión de este movimiento (años 80), que fue acaso menos apasionada, más reflexiva que la de los 60, y que tuvo en cuenta que si la mujer debía zafarse de una idea preconcebida de lo que era lo femenino (únicamente ser mamá, ama de casa, obediente y tierna), el hombre también debía hacer lo propio ante lo masculino (ser el único en el hogar que sale a trabajar, el que habla fuerte y no entra a la cocina, ni se mete en la crianza de los hijos). 

"Hasta cierto punto se puede decir que los movimientos feministas llevaron a la palestra el tema y originaron también los movimientos de liberación masculina. Y es que el origen del concepto tiene que ver con las segundas generaciones de feministas. Ellas descubrieron que no se trataba de pelear con los varones. Que en el reparto de funciones y tareas, dentro del sistema sexo-género, también a ellos les corresponde un alto grado de dolor, sacrificio y sufrimiento. Que los roles y pautas culturales impuestos sobre lo masculino conllevan un peso agobiante. Las exigencias que por tradición han de cumplir los varones se llevan a cabo, pero en medio de fatiga, desgaste, agotamiento, deterioro, estrés y quebrantos físicos y emocionales".

Litado de asuntos que históricamente han estado prohibidos para los hombres (o que al menos no son bien vistos en ellos). Aquí van algunos: no deben llorar; no deben decir 'no sé' o 'no soy capaz'; no deben dejar de estar a cargo; no deben dejar de dar protección y seguridad en todas las ocasiones; tienen que ser útiles; no deben ser débiles y cobardes; no deben ser tiernos; tienen que ser proveedores totales; no deben admitir que tienen miedo; viven con el síndrome de ser héroes; no deben hacer trabajo doméstico... ¡El peso es inmenso! 

Si durante siglos las mujeres tuvieron que aguantar una fuerte opresión, a los hombres les tocó lo suyo: no es fácil jugar siempre el juego del macho que se las sabe todas. Es debido al cansancio ante semejante carga ―y de carambola, gracias a la liberación femenina― que se empezó a hablar de conceptos como flexibilización masculina, nueva masculinidad y, cómo no, liberación masculina. En últimas, todas son nociones que apuntan a lo mismo: a que los hombres expresen lo que sienten y hagan lo que desean, verdaderamente movidos por la voluntad y no por un libreto establecido para su género. O mejor, que dejen ver todos sus lados, incluso aquellos que  la tradición podría equivocadamente considerar reservados para las mujeres. 

Y, aunque lentos, los cambios se están dando. "Lo que antes era aceptado como varonil y, más aún, lo que antes era calificado como poco masculino, ahora está cambiando y esto ha ido originando respuestas  diferentes. El proceso de redefinición conductual es ahora do como la nueva masculinidad". 

Los hombres muchas veces tienen ideas arraigadas según las cuales a las mujeres se les puede pegar, o no se les puede ayudar en las labores domésticas, o, si ellas trabajan, no pueden ganar más que ellos. Y obviamente, que afirman que los hombres no pueden llorar. Deben comprender que esos comportamientos de tradición masculina no solo los afectan a ellos mismos, sino también a sus familias y a su sociedad, y que cuando los cambian, la transformación es inmensa. Entonces, durante el proceso, cuando se dan cuenta del error en el que llevan años, muchas veces revientan en llanto, un llanto inmensamente triste, de quién sabe cuántas tristezas guardadas, que es curativo y sanador". 

Hay que recordar que no se trata de cambiar de libreto, sino de que los hombres expresen lo que sienten y hagan lo que desean, verdaderamente movidos por su voluntad personal y no por el histórico discurso de género.

Unas de las razones más importantes que tienen las mujeres para dejar salir las lágrimas son un 'conflicto interno' o 'un malestar consigo mismas', motivos que los hombres jamás tienen. O bueno, jamás aceptan tener. Porque, al género masculino se le exige siempre un por qué claro; no puede llorar 'por cualquier bobada'. "Es más aunque hemos descubierto que hay mucha tristeza en los hombres, no pueden expresarla tranquilamente. A los hombres se les permite llorar cuando se emborrachan, porque uno borracho puede hacer lo que quiera, o pueden llorar de rabia, porque es una expresión masculina; pero no deben ―o bueno, no debían― hacerlo por la simple razón de que tenían una tristeza guardada no muy fácil de definir, o porque simplemente querían hacerlo". 

"En nuestro machismo, el llanto es igual a mostrar sensibilidad, mostrar sensibilidad es igual a ser sensible, ser sensible es igual a separase de lo masculino, separarse de lo masculino es igual a acercarse a lo femenino, acercarse a lo femenino es igual a no ser masculino".


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¿Llora con facilidad?
-Soy un 'berrietas'. Me conmuevo con regularidad, más en privado que en público.

¿Y qué lo hace llorar? 
-Lloro porque sí, es mi naturaleza. Me educaron para no reprimir mis sentimientos. Me hacen llorar muchas cosas, buenas y malas. He llorado 'de piedra', de amor, de felicidad, de nostalgia, de amargura, viendo un cuadro, un atardecer, dando un abrazo o un beso... Llorar es una forma de sentirse vivo.

¿Cuándo fue la última vez que lloró?
-El día de mi cumpleaños estaba con mi mamá, unos amigos y con la mujer que amo, y les dije, uno a uno, lo que ellos significaban para mí. Fue todo un río de lágrimas bonitas.

¿Es de los que llora tranquilamente en público? 
-En privado me siento más cómodo, pero me importa un pito que me vean llorando. Lo importante es que, si uno siente la necesidad, no hay que negarse a hacerlo, porque si no, uno queda con eso atravesado y ese sí es un problema para el alma.

¿Cuando estaba chiquito le dijeron: "Los hombres no lloran"?
-Esa frase la debió decir una mamá, un papá, una tía o alguien desesperado por un niño que daba alaridos. Es una frase que le ha hecho mucho daño a nuestra formación como seres sensibles. Yo creo que si a uno más bien le dicen "Mijo, tranquilo que los machos lloran", se forman mejores seres humanos, más honestos con sus sentimientos, al menos.
"Ahora conmueve menos ver a un hombre llorando"

Entrevista a Jorge Franco, Escritor  
¿Llora con facilidad?
-No soy llorón pero tampoco de piedra. Con frecuencia me echo mis lagrimeadas. Tengo épocas con lágrimas a flor de piel y otras en las que me toca bombear un poco más.

¿Y qué lo hace llorar?
-La impotencia, la tristeza, la alegría, la rabia, la indignación, la distancia, las despedidas... Me dan ganas de llorar en los aviones cuando viajo solo; se me encharcaron los ojos frente a La noche estrellada, de Van Gogh; lloré cuando imaginé a mi hija antes de recibirla; lloré cuando la recibí; lloro porque no voy a estar para siempre junto a ella; lloro cuando no entiendo la vida y últimamente lloro por llorar.

¿Es de los que llora tranquilamente en público? 
-Prefiero llorar solo para no despertar compasión ni risa, y para poder llorar como Dios manda.

¿Le incomoda ver a un hombre llorando?
-Me incomoda ver a cualquier persona llorando, sea hombre, mujer o niño. Me hace sentir incómodo y culpable, sin serlo.

¿Cree que los tiempos han cambiado?, ¿que antes era peor visto un hombre llorando? 
-Ahora, que se llora tanto, conmueve menos ver a un hombre llorando. Antes era una rareza que, supongo, impactaba mucho más.
"Quiero hacer una serie de televisión sobre el derecho a llorar"

¿Y USTED QUE OPINA?

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