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CUANDO TE SIENTAS FELIZ, AGRADÉCELE A TU MADRE


Doctora Isabel:
Mi madre y yo siempre habíamos vivido como amigas y hermanas, con respeto y mucho amor. Ella se enfermó hace varios años del corazón y de Alzheimer, al punto de perder la memoria. Todos estos años yo la he atendido en la casa pues nunca quise enviarla a ningún asilo, además de que sabía que ella no lo hubiera querido. Desgraciadamente, mi viejita se me fue el 3 de mayo, faltando sólo cinco días para cumplir sus 92 años. Tengo una tristeza muy grande y un vacío tremendo, pues además no tengo más familiares cerca, ya que mi hermano menor murió de 33 años, hace ya 11. A él también lo atendí y lo quise como al hijo que nunca tuve, pues nunca pude tener hijos y tampoco tengo pareja.


No sé como reiniciar mi vida. Me siento en el aire; no sé qué hacer, ni cómo comenzar.

Querida amiga:

Sé el dolor que tienes que estar pasando, pues tu madre es un ser tan importante en tu vida y la tuviste muchos años contigo.

El poder decir que tu madre era como tu amiga es una bendición y dice mucho de la calidad de persona que ella era.

El vacío que sientes es porque realmente tienes una carencia en tu vida, que la extrañas de tantas maneras, en tus recuerdos de niña, de mujer, de cuando ella era un ser pensante y la recuerdas como la persona que perdió algo tan valioso como su mente.

Has sido una gran hija, la cuidaste con amor todo este tiempo en tu casa rodeada de cariño y respeto.

Si estás sola y no tienes familia, eso empeora tu situación emocional. Por lo que leo en la carta me doy cuenta de que tú eres un alma muy noble; no sólo la cuidaste a ella sino además a tu hermano, que también murió.

Tu historia es tan bonita, que me gustaría contarla al aire, pues muchos pasan por este dolor y no saben cómo procesarlo.

Lo primero que te voy a recomendar es hacer un pequeño ritual por su recuerdo. Puedes poner en un rincón o esquina de la sala o de un cuarto de la casa, una mesa con fotos en cuadros bien bonitos, que señalen su vida. Pon una velita y enciéndela para conmemorar el mes, el año de su partida.

Si tuvieras sobrinos, les debes hablar de esta gran señora y de sus sentimientos. Relátales anécdotas que les enseñen las lecciones que nos da la vida.

Para que no te sientas tan sola, teniendo las habilidades que te caracterizan combinadas con tus sentimientos, podrías trabajar cuidando a personas mayores. Averigua en las escuelas de educación de adultos para que te certifiques, y así irás llenando tu vida en las clases, y después trabajando. Cada vez que te sientas feliz, y vuelvas a sonreír, agradécele a tu madre lo que te enseñó durante su estancia en este plano terrenal.
Abrazos.

Dra. Isabel

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