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EL PRINCIPE AZUL


Si alguien te dice que todavía no ha llegado tu príncipe azul o tu media naranja o cosa parecida tu di que ni falta que te hace.

¿Porque las mujeres andamos medio bobas esperando siempre que aparezca un príncipe que nos ame y nos salve de todo lo mundial?

¿Por qué buscamos y esperamos a que ese príncipe nos proteja, nos cuide y de paso que nos solucione absolutamente todo en la vida?

¿Porque somos incapaces de darnos cuenta que nosotras nos cuidamos solas (y al final al príncipe también) que somos capaces de andar por la vida y que sabemos cuidarnos y solucionarnos todo mejor que nadie?

Es curioso como aunque nos la demos de progres, de modernas, y de liberadas, se nos sigue cayendo la baba con “Pretty Woman” y estupideces parecidas. Estas pelis llevan un claro mensaje nada subliminal, “algún día tu encontraras a tu Richard Gere y logrará que todas las dependientas te hagan la pelota, te llevará a la opera en Italia y nunca más te faltara de nada”. Ahí es nada el mensajito.

¿Pero porque nos creemos semejantes tonterías?

Desde pequeñas nos contaron cuentos de hadas, de princesas salvadas por el príncipe, de pobre huérfanas que se casan (de nuevo con el príncipe), de brujas malvadas que al final mueren pagando todo el mal que han hecho y de niñas buenas que se casan otra vez con el príncipe. Y el príncipe es el salvador, encarna al hombre que todas necesitamos para que el cuento tenga un final feliz.

Sin príncipe no hay final feliz. Y nosotras nos lo creímos, es natural, aquello que te cuentan tus padres suele ser religión y se cree a pies juntillas. Crecemos y descubrimos que son solo cuentos pero la enseñanza ya está dentro de nosotras, la semilla ha germinado.

Así que nos pasamos la vida buscando a ese príncipe, amable, protector, guapo etc. etc. etc.

Nos sentimos incompletas si no tenemos pareja y muchas de nosotras también infelices, como si nuestra felicidad dependiera de otra persona y no de nosotras mismas. Idealizamos al amor.

Muchas veces sacrificamos nuestra propia autoestima, permitimos demasiadas cosas por miedo a perder ese amor, solo para que el cuento tenga un final feliz. Nos convertimos a nosotras mismas en princesas y no en reinas.

Seamos reinas. Reinas de nosotras mismas, del reino de la autosuficiencia, de la autoestima, de la autodependencia. Aprendamos a vivir para ser felices sin condiciones. Luego si el amor aparece bienvenido sea.

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