Si sientes el deseo de conectarte con Dios, el presente
artículo te mostrará los primeros pasos para hallar lo que buscas realmente.
Nuestros consejos te ayudarán a acercarte a Dios a través de la búsqueda y la
experiencia.
Pasos
1 Para encontrar
a Dios, no es necesario ir
a la iglesia ni a otro lugar de culto, aunque acudir a estos sitios puede ser de mucha ayuda.
Busca un lugar para orar
en el que te sientas bien. Pregunta por alguna iglesia cercana. Si
tienes suerte, encontrarás una iglesia que permita a Dios moverse con libertad
sin límites, además de gente amable y dispuesta a ayudarte. Si encuentras un lugar como el
que acabamos de describir, te recomendamos informarte sobre las creencias de
los devotos que ahí se reúnen.
2 Si quieres,
puedes participar en las actividades de algún centro de una iglesia local, ya
que esto también puede ayudarte en tu búsqueda.
3 Busca en tu librería o biblioteca local. Encontrarás libros y vídeos muy útiles sobre
distintas creencias en la sección de literatura religiosa de tu biblioteca o tu
librería local.
4 No dejes de utilizar el cerebro. La fe puede ser algo
lógico y racional. Tener fe no es lo mismo que ser supersticioso. En tu labor de investigación, tendrás que
buscar razones para apoyar tu fe, la verdad a nivel espiritual y tu propia
convicción sobre la presencia de un ser divino. Debes ser abierto de mente acerca del mundo sobrenatural,
sin llegar a ser ingenuo.
5 Comienza tu búsqueda con una mente abierta. Examina
documentos que sustenten la fe en Dios. Ten cuidado con las personas pertenecientes a organizaciones que
ridiculicen a los creyentes y a Dios o que aseguren poseer la única verdad
acerca de él. La mayoría de las iglesias poseen algo de verdad en sus
doctrinas.
6 Elige a una persona creyente que te aconseje. Pídele que te guíe. Esta persona puede ser sacerdote, pastor,
monja o predicador. O simplemente, pídele consejos a alguien a quien
verdaderamente respetes por sus convicciones personales.
7 Formula preguntas para tu búsqueda:
¿Existe un Dios?
¿Cuáles son los
atributos o las características de la naturaleza de Dios?
¿Cómo se revela
un ser infinito a los hombres mortales?
¿Qué valor tiene
la humanidad para Dios?
Si la humanidad
necesita redención, ¿cómo podría lograrla?
8 Habla con Dios. La mayoría de las religiones consideran
la oración como un acto básico de fe. Háblale a Dios de tu búsqueda y de tus
razones para iniciarla. Pídele que te ayude a comprender
su forma de actuar y de existir durante la búsqueda.
9 Prepárate para
desechar nociones que puedas tener sobre la naturaleza de Dios. Se dice que,
para encontrarlo, uno debe abandonar su concepto humano y finito acerca de lo
que Dios es. Utilizar tu
mente finita para intentar comprender la idea de eternidad es como pedirle a un
pez que se beba el agua de todos los océanos del mundo. Te verás
obligado a descubrir algo para lo que no estás preparado al 100%. Si no eres
capaz, no estarás siendo honesto contigo mismo en la búsqueda.
10 Prepárate para mirar una congregación religiosa organizada. La religión y Dios no son la misma cosa.
Para encontrar a Dios, no es necesario que te decidas por una congregación.
11 Considera la posibilidad de leer los libros sagrados
relacionados con la existencia de Dios o que contengan su palabra, escrita por
profetas y apóstoles (seguidores), por ejemplo, la Biblia.
No te dejes
desanimar en tu búsqueda de Dios. No mires a los demás para llegar a Él, sino procura amar con todo tu
corazón, ayudar a los demás, orar y luego Dios mismo tomará en cuenta tu fe y
tus obras.
12 Arrepiéntete. Cambia tu mente y no te permitas
desanimarte en el camino para encontrar la gracia de Dios por medio de la fe. No recurras a nadie para que te ayuden a
llegar a Dios, sino más bien intenta
expresar la gracia de tu Dios con todo tu corazón ayudando a otros, perdonando
y rezando.
Si no aceptas la
luz de la gracia y la fe, no podrías ver tu camino. Busca el camino antiguo.
13 Ten en cuenta que tu Dios te ama y quiere que hagas la
paz sin humillación o crueldad innecesarias. Bríndales paz a los demás y transmite la gracia de Dios.
“Bienaventurados sean los pacificadores”.
Consejos
Encontrar a Dios es más fácil de lo que probablemente
imagines, porque Él también te está
buscando a ti.
"Yo amo a los que me aman y me hallan los que temprano me buscan"
(Proverbios 8:17).
Puedes encontrar
a Dios con una cantidad mínima de fe, una cantidad tan insignificante como una
semilla de mostaza.
Cree en Dios.
Puedes encontrarlo en cualquier lugar, en el espíritu de las cosas.
Advertencias
Una vez que creas que has encontrado a Dios, ten en
cuenta que algunas personas no apreciarán que intentes ilustrarlas con tus
descubrimientos. Con suerte, las
personas a las que les hables del tema pronto empezarán a ver las diferencias
en tu vida y a preguntarse a qué se deben. Además, ten en cuenta que no es una oportunidad para
predicar ante las masas, sino un buen momento para reafirmar y transmitir tus
experiencias personales.
Mantén presente
que independientemente de lo convencido que puedas llegar a estar, siempre habrá sitio para la fe.
Decide en lo posible en
qué crees y comprométete con ello.
Los textos religiosos se supone que están para describir
a Dios, no para sustituirlo.
ALGUNOS PASOS
PARA ENCONTRAR A DIOS
Para saber como
encontrar a Dios lo primero que no se debe hacer es buscarlo porque otras
personas te digan que hay que hacerlo.
Sólo puedes encontrarlo si esa necesidad ha nacido de ti
espontáneamente. Si ese es tu caso, has dado el primer paso, el más importante.
Entonces estarás
preparado para seguir los siguientes pasos que te sugerimos para un encuentro
pleno con Dios.
NO ETIQUETES A DIOS.
Abre tu mente y
tu corazón totalmente. No hace falta que limites a Dios a una imagen, a un
culto o a un dogma específicos de buenas a primeras. Dios, por ser infinito,
tiene mil nombres y no tiene ninguno. Ya el Bhagavad-Gita, texto sagrado del
hinduismo, dice acerca de Él: “Tú, supremo Señor de todo el universo de todos
los universos; Dios de dioses; Maestro y Regulador de todo lo que es, lo que ha
sido y lo que será; sin principio y sin fin; sin límites por ninguna parte”.
Siempre es bueno que tu camino hacia Dios no sea apresurado.
De la prisa sólo queda el cansancio.
ENCUÉNTRALO EN TODAS LAS COSAS
Observa el cielo al amanecer o en las noches con
estrellas; date cuenta de la maravilla que
es estar vivo y gozar de todos los sentidos; mira a los niños, ponte en
el lugar de los ancianos, agradece comer, mirar, caminar, respirar, sentir, ser
capaz de pensar.
Mira a las personas que te rodean, date cuenta de los
pequeños milagros que están a tu alrededor y que no habías tomado en cuenta: esas sonrisas, esos detalles, esas
historias de todos los días de personas que luchan por sus sueños, que saben
dar y recibir. Míralos bien y aprende de ellos.
CULTIVA EN TI TODO LO QUE CREES QUE ES DIOS.
Si tu camino por
los dos pasos anteriores te ha hecho sentir, intuir o pensar que Dios es de una manera o de otra, haz
una lista mental o escrita de cómo es ese Dios que se ha ido formando en tu
interior. Si sientes que Dios es o debe ser generoso, compasivo, justo, tolerante, creador, entonces
cultiva primero todas esas cualidades en ti. Hazlo poco a poco.
No te presiones demasiado, pero tampoco te duermas en los
laureles. De esta manera,
comienza a ser, cada vez un poco más, generoso, compasivo, justo, tolerante y
creativo como Dios, como ese Dios que tú mismo has comenzado a sentir o a
necesitar.
Si sientes que Dios es como un maestro amoroso y atento,
o una gran fuerza activa y organizadora, entonces hazte amoroso y atento con
otros y ve enseñando lo que sepas,
o bien actívate y organízate y pon tu grano de arena en el mundo.
Sé como Él en los pequeños detalles de todos los días. Como lo semejante atrae lo semejante, si
lentamente vas desarrollando esas cualidades, verás que el camino hacia Él cada
vez se te hará más fácil.
BUSCA UN LUGAR PARA LA ORACIÓN
Aunque no es un
requisito indispensable, puede
ayudarte mucho buscar un espacio donde te sientas a gusto para orar. No
importa que aún no sepas cómo orar exactamente. Pero hallar ese lugar de paz,
de reposo y de sosiego te hará mucho más fácil comenzar a orar.
Ese lugar especial puede ser una parte de tu propia casa (una terraza, un cuarto, un rincón con el
que tengas un vínculo en particular), un parque que te guste mucho, un lugar
natural como alguna montaña, un páramo o algún paisaje donde te sientas libre.
De igual modo,
puedes recurrir a una iglesia cercana o que esté en tu ruta diaria. En una iglesia también podrías
encontrar personas que te orienten o guíen o que te brinden un espacio de calma
y silencio para poder mirar hacia adentro y hablar con Dios.
COMUNÍCATE CON ÉL
Todas las relaciones se basan en la confianza. Por ello, no te sientas cohibido de
hablarle a Dios. No te avergüences de hablarle mentalmente o, incluso, en voz
alta. Dile todo lo que
sientes, tus recuerdos, tus esperanzas, tus necesidades y tus pensamientos.
Si te sientes más a gusto, puedes buscar libros o compilaciones de oraciones o
plegarias y comenzar con
algunas que te hayan inspirado o llamado la atención para ver cómo
encontrar a Dios.
Por el contrario,
si te sientes incómodo o
insatisfecho con oraciones ya existentes, ¡crea las tuyas! Haz tus propias
oraciones en las que tú le digas y le pidas lo que desees. Lo importante
es que todas salgan del corazón. No las analices mucho. No las pulas demasiado.
Asegúrate de que sean espontáneas y de que estén cargadas
de todo lo que quieres comunicarle.
No lo hagas como un requisito u obligación. Hazlo sólo si sientes esa necesidad. No le hables
imaginando de antemano qué estará pensando Él de ti. No te juzgues antes de que Dios mismo te haya
escuchado.
ENCUENTRA LA FE
Puede ser que a
pesar de los cinco pasos anteriores y de sentir a Dios de alguna u otra manera,
tengas grandes dudas e intentes analizar tus problemas y si Dios existe
realmente o no. La razón,
el intelecto y el análisis son importantes. Pero la fe también lo es. Y
si deseas encontrar a Dios la fe va a ser ese “ingrediente mágico” o “sorprendente” que te ayudará a dar
un paso indispensable.
Es cierto que la
fe mueve montañas. Es verdad que la fe es inexplicable. Pero la fe se aprende. La fe se cultiva.
Comienza con un granito de fe, como ese grano de mostaza del cual nos hablan
los Evangelios del Nuevo Testamento: “Porque yo os aseguro: si tenéis fe como
un grano de mostaza, diréis a este monte: ‘Desplázate de aquí allá’, y se
desplazará, y nada os será imposible” (Mt, 17,20).
¿Cómo puedes tener fe? Creyendo en que no estás solo,
sino que formas parte de algo mucho más grande que te nutre y te sustenta. Una oración shintoísta japonesa dice: “Nosotros no vivimos por nosotros
mismos, sino por la vida de Dios que vive en el universo”. Sentir fe es
darle crédito a la esperanza, no por razones o argumentos que se puedan
explicar, sino por
convicción en ese “algo” más abarcador, poderoso y pleno que nosotros.
Fe es sentirse inspirado por aquello que, aunque es invisible,
existe. No vemos la energía
eléctrica. No vemos con nuestros ojos las partículas subatómicas. ¡Pero existen
y funcionan! Un ejercicio que puede ayudarte a cultivar la fe es escribirle preguntas a Dios.
ESCRIBE PREGUNTAS PARA ENCONTRAR UN SENTIDO
Reserva una
libreta, un cuaderno o una agenda para escribirle preguntas a Dios. Esto te
pregunto, dímelo, ¡oh Señor!
¿Quién sostiene
la tierra abajo, y el cielo, para que no caiga?
¿quién creó las
aguas y las plantas?
¿Quién enjaezó al
viento y a las nubes, a los dos corredores?”,
Dios, ¿dónde
estaba yo antes de nacer?, ¿existía?
Dios, ¿viviré de
algún modo después de la muerte?
Dios, ¿quién
soy?, ¿de qué estoy hecho?
Dios, ¿de qué
está hecha mi alma?
Y así otras
surgirán de tus propias necesidades.
Al escribir las preguntas te irás dando cuenta de que no
tienes todas las respuestas. Es más: de que tal vez nadie las tenga totalmente.
En ese momento la convicción de lo invisible irá creciendo en ti y, por lo
tanto, la fe.
BUSCA LIBROS QUE TE ENSEÑEN E INSPIREN
En tu búsqueda de
Dios, la lectura de buenos libros te será sumamente útil. Intenta evitar
lecturas que pretendan adoctrinar o que asuman que tienen toda la verdad
referente a Dios.
Por el contrario,
un buen libro será aquel
que te informe sobre las reflexiones de los grandes pensadores y guías
espirituales del mundo, acercándote a nuevos horizontes para que tú
elijas cuál es el camino que más se parece a ti y el más conveniente.
Un libro de
inspiración espiritual puede ser la
Biblia o una compilación de testimonios o biografías de personas como tú y como
yo o de líderes espirituales o de santos o, incluso, los grandes libros
sagrados del orbe.
ENTIENDE LA HISTORIA A TRAVÉS DEL LIBRO SAGRADO
Los libros
sagrados de las distintas religiones, escuelas místicas o esotéricas pueden
inspirarte para que vayas descubriendo en ellos la parte de verdad que poseen:
La Biblia;
El Corán de los
musulmanes;
El Ramayana, de
Tulsidas, en el mundo del hinduismo;
Los Gathas
persas, de Zaratustra; las enseñanzas y discursos de Buda; las colecciones de
oraciones Bahá’í; los textos canónicos del Taoísmo chino como el Tao Te Ching…y
muchos más.
La sabiduría espiritual del mundo está al alcance de tu
mano. Sólo debes dedicarle un
poco de tiempo a su lectura y a su meditación. Paso a paso, el camino entre
Dios y tú se irá haciendo más claro.
LOS POETAS TE PUEDEN LLENAR DE FE
Si sientes que la
lectura de libros sagrados es, por los momentos, mucho para ti. Si deseas una
vía más sencilla de cultivar la fe y la comunicación con Dios por medio de la
lectura, te recomendamos
disfrutar los poemas y relatos de los grandes místicos y religiosos del mundo.
Los poemas y libros de Santa Teresa de Jesús, de Fray Luis de León, de Hadewijch de
Amberes, de Hildegarda de Bingen o de San Juan de la Cruz pueden encender la chispa de Dios en
medio de la noche de tu alma.
Los poemas de
Kabir, escritor hindú, te pueden llevar por lo mejor del hinduismo y del
islamismo al mismo tiempo.
Libros breves e
intensos como Himno al universo, de Pierre Teilhard de Chardin, Telescopio de la noche oscura, de Ernesto
Cardenal o La vía del peregrino.
La mística de la Oración Continua del Corazón pueden
mostrarte de forma más directa, más simple y bella lo que significa buscar y
encontrar a Dios.
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