La autorrealización es el fin del hombre o la felicidad y ocupa el lugar más alto en la llamada Pirámide de Maslow.
El pensamiento griego no podía concebir que el fin del hombre estuviera fuera de sí mismo o fuera trascendente , por lo cual todas las acciones humanas se realizaran con un fin posible que a su vez se supeditara a otros hasta llegar a un fin último tras el cual no hay ninguno más y que da la razón o justificación a los otros.
Este fin último es la felicidad, y para Aristóteles, todos los hombres están de acuerdo en perseguirla, pero en desacuerdo sobre en qué consiste.
Por eso propone que el fin del hombre o su felicidad es algo estrictamente individual y consiste en su autorrealización.
Unos
son felices haciendo dinero; otros, recibiendo honores y agasajos... Cada cual
posee el secreto de su propia felicidad. Pero para eso hay
que conocerse bien a uno mismo, claro está, y saber qué se quiere.
Pero ¿qué buscan todos los hombres? Según
Aristóteles, lo que buscan debe cumplir varias condiciones:
1
Ser un bien perfecto, que se busca por sí mismo y no por
otro superior a él, esto es, que no sea trascendente.
2
Que sea un bien suficiente por sí mismo, de manera que
quien lo posea ya no desee otra cosa.
3
Que sea el bien que se consigue con el ejercicio de la
actividad más propia del ser humano, del ser hombre, según la virtud más excelente.
4 Que este bien se consiga con una actividad continua.
Cada persona desempeña una función en su
sociedad y para
desempeñarla bien ha de adquirir virtudes que le ayuden a hacerlo. Pero
si hay una función propia del ser humano como tal, la felicidad consistirá en
ejercerla a lo largo de toda la vida y la virtud que ayude a ella será la más
perfecta.
Por otra parte, las acciones que tienen un fin en sí mismas son más
perfectas que aquellas cuyos fines son distintos de ellas, porque en
este caso los efectos son
más importantes que las acciones. Por ejemplo, pasear o charlas con los
amigos son acciones que se realizan por sí mismas, mientras que ir a un lugar
determinado se hace por llegar a él.
Las
acciones más cercanas a nosotros mismos son las que nos hacen más felices, y
nada hay más cercano a nosotros que nuestro propio pensamiento; la felicidad es
contemplativa más que activa.
Para lograr este tipo de felicidad son
precisas según Aristóteles dos tipos de virtudes:
1
Las dianoéticas o de la inteligencia
Virtud dianoética es la prudencia, que
constituye la sabiduría práctica y que casi siempre consiste en el justo medio o término
medio entre el defecto y el exceso; así, por ejemplo, la virtud del
valor estará entre la cobardía y la temeridad. Otro elemento es necesario para
la felicidad: compartirla y vivir en una comunidad regida por buenas leyes.
2
Las éticas o del carácter.
La ética exige la política.
La ética de la autorrealización se vio
prolongada en la historia de la filosofía a través de la obra de Santo Tomás de
Aquino y sigue vigente en la actualidad a través de la obra de Alasdair
MacIntyre.
¿Quién fue Alasdair Chalmers MacIntyre?
Nacimiento 12
de enero de 1929
Glasgow, Escocia
Ocupación Filósofo
y escritor
Es un filósofo principalmente conocido por sus
contribuciones a la filosofía moral y a la política filosófica, pero también es
conocido por sus obras sobre historia de la filosofía y teología.
MacIntyre es una figura clave en el reciente interés en la ética de
la virtud, que pone como aspecto central de la ética los hábitos, las virtudes,
y el conocimiento de cómo alcanza el individuo una vida buena, en la que
encuentren plenitud todos los aspectos de la vida humana, en vez de centrarse
en debates éticos específicos como el aborto.
MacIntyre no omite hablar sobre esos temas particulares,
sino que se acerca a ellos desde un contexto más amplio y menos legalista o
normativista.
Es éste un enfoque de la filosofía moral que demuestra cómo el
juicio de un individuo nace del desarrollo del carácter.
MacIntyre subraya la importancia del bien moral definido en relación
a una comunidad de personas involucradas en una práctica que llama bienes
internos o bienes de excelencia, en vez de centrarse en fenómenos
independientes de una práctica, como la obligación de un agente moral o en las
consecuencias de un acto moral particular (utilitarismo).
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