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¿CÓMO AFECTA EL ESTADO DE ÁNIMO AL APETITO?

 ¿El estado de ánimo puede afectar al apetito? ¿El estado de ánimo puede afectar al apetito?
Nuestro aparato digestivo genera una serie de hormonas -entre ellas, la insulina- que hacen que tengamos sensación de hambre y, una vez que hemos comido, que quedemos saciados. Esa información se transmite al cerebro; en concreto, al hipotálamo, que es el área del cerebro que se encarga de producir hormonas que controlan la temperatura corporal, el hambre, los estados de ánimo, la libido, el sueño o la sed.

Por otro lado, el tejido adiposo también genera una sustancia, denominada leptina, que también envía señales al hipotálamo y le informa de que estamos saciados. Por último, las bacterias que forman nuestra flora intestinal también producen unas sustancias que regulan nuestra necesidad -o no- de comer. Todas estas sustancias generan un balance entre la sensación de tener hambre y la de estar saciado.

Sin embargo, en medio de todas estas funciones físicas aparece otro factor que hace que no sea tan fácil regular el mecanismo del hambre: el circuito de recompensa. Es el que provoca las tentaciones, el que nos dice que al comer algo vamos a sentirnos bien. Es el mecanismo que se desencadena, por ejemplo, cuando al final de una comida en la que hemos ingerido lo suficiente nos ponen delante un pedazo de tarta o un postre suculento.

Desde el punto de vista psicológico, existe una relación bidireccional entre nuestro estado emocional y aquello que ingerimos. Muchas veces no comemos porque tengamos hambre, sino porque la ansiedad y la tristeza nos llevan a elegir alimentos para tratar de compensar esos sentimientos. El estrés y la tensión generan un estado de alerta, de desasosiego, y el paciente se encuentra mal.

Para calmar esa sensación, la persona come hidratos de carbono. Curiosamente, a la persona que tiene ansiedad no le da por comerse un kilo de peras, sino que se come una hamburguesa con patatas fritas. Esto se debe a que los hidratos de carbono y otros alimentos poco saludables, como el chocolate, hacen que el organismo segregue dopamina y serotonina, dos neurotransmisores que producen placer. Al producir esas sustancias, el paciente se calma. Sin embargo, esto es engañoso porque al rato aparece el sentimiento de culpa por haber comido alimentos poco saludables, y esa culpa hace que vuelva a sentir ansiedad y que de nuevo vuelva a atracar la nevera.

Hay que decir que algunos fármacos, como los que se emplean para tratar la ansiedad, pueden hacer que el paciente engorde. Por eso es muy importante, a la hora de tratar a una persona con sobrepeso, saber qué medicación está tomando.

Cómo acabar con las tentaciones
Si quieres perder peso, es importante que mantengas a raya las tentaciones. En algunas épocas del año es más difícil conseguirlo, pero se pueden seguir unas sencillas pautas para intentar neutralizarlas: 

- Hay que quitar de nuestro diccionario la palabra control. Todo lo que intentas controlar te atrae más. En cuanto piensas que no puedes comer algo, te vas a por ello. Además, la fuerza de voluntad es como un músculo: por la mañana está en plena forma, pero si la fuerzas continuamente, a medida que pasa el día puede debilitarse.

- Es necesario planificar. Si sabemos que cierta semana vamos a tener algunos compromisos -por ejemplo, comidas de empresa o cenas con amigos- hay que pensar de antemano qué podemos comer y qué no.

- Comer despacio. Es muy importante masticar bien y comer despacio. Mucha gente come de forma muy rápida y no se da cuenta de la cantidad de alimentos que ingiere

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