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¿POR QUE HACER TANTAS PREGUNTAS?

Desde que somos pequeños, los seres humanos somos grandes generadores de preguntas y, a medida que crecemos, nuestro afán por encontrar respuestas no cesa. Y ese afán es el que nos lleva a generar preguntas.

¿Qué es una respuesta?
Es la satisfacción de una demanda, algo que vamos a buscar. Algo que queremos que nos tranquilice.

Existen dos tipos de respuestas:

A) Respuestas de Cierre: respuestas que no tienen divagación posible. Por ejemplo: ¿Qué hora es?.

B) Respuestas Existenciales: las que te permiten la existencia. A medida que vayas preguntando te las vas a ir respondiendo.

¿Hay que encontrar respuestas a todo?
Los niños son grandes preguntadores. El niño busca que las respuestas existenciales se conviertan en respuestas de cierre.

Los niños nunca están satisfechos con la respuesta, de ahí que encadenen preguntas.

Ese proceso de infantilización es enormemente significativo en nuestro tiempo. Quizá no sea necesaria una respuesta para todo o una respuesta única.

Por ejemplo: ¿Por qué nos cuesta tanto creer lo que nos dicen los políticos? Sus respuestas son no respuestas. Porque no satisfacen a la ciudadanía, de ahí el descontento general, y porque tampoco aclaran ni pretenden aclarar. Es decir, el trasfondo no quiere ser aclarado nunca.

Aquí aparece la figura del Experto, más notable cada vez en nuestra sociedad. Parece que tenemos la constante necesidad de que un experto nos lo solucione todo. De alguna manera nos hace sentir inseguros y suscita ese punto de que a lo mejor no sabemos tanto como creemos saber, ni somos tan listos como creemos ser.

Necesitamos cada vez mas de ese especialista del buen vivir, que nos ayude a ser felices, o a ser más positivos en nuestra vida. Es como si hubiéramos perdido los fundamentos de nuestra vida. No nos damos cuenta de que las respuestas las obtenemos nosotros en base al rastro que van dejando nuestras preguntas.

Desde el punto de vista psicológico, las personas iban a su terapeuta a dialogar, generando preguntas, pero dentro de un diálogo esclarecedor. Ahora, si la respuesta no es complaciente, el diálogo se transforma en pastilla. Hay un problema bioquímico y la respuesta es una pastilla, sin recurrir a ese diálogo.

Desde el punto de vista educativo, los estudiantes ya no generan tantas preguntas. Esto tiene que ver en como nos identificamos con las preguntas o las respuestas. Como si las preguntas expusieran a ignorancia, escudándonos en respuestas que nos son nuestras.

Gracias a este proceso de infantilización, están aflorando multitud de “Escuelas”. Que en muchas de ellas hay un verdadero negocio económico.

Otro profesional hoy en día, es el tertuliano.
Siempre que hay una respuesta, ¿dónde hay que ir a buscarla?

En la propia práctica, en las propias acciones. En el sentimiento de un ser incompleto. En los amigos, familia, Internet, redes sociales, son diferentes formas de existencia, de modo que cada uno verá cual es la que más le conviene

¿Nos hace más cultos tener respuestas?

Lo que no nos hace más cultos es no tener preguntas.

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