CREENCIAS POPULARES SOBRE CÓMO CONCEBIR A UN NIÑO O A UNA NIÑA

Solo hay una alternativa científicamente comprobada.

Las mujeres en la casa de Luz María Bernal han sido mayoría. Hace unos años, cuando se reunía toda la familia, se podían contar 9 y solamente había un hombre.

La diferencia era incómoda y ella siempre quiso equilibrar las cargas porque sentía que le había tocado vivir en un mundo de hombres: “Soy economista y cuando estaba buscando empleo ni siquiera me daban la oportunidad de presentar entrevista. Me decían que era muy joven y, además, mujer. Solamente en mi carrera éramos 4 niñas y 42 hombres”, recuerda.

Por eso, a sus 31 años, decidió ser madre y se fijó la meta de que su hijo sería un hombre y se llamaría David. Para lograrlo, consultó a los especialistas y siguió los consejos que le dieron sus amigas y familiares. “Hice cuanto ritual me contaron para lograr el sexo que quería en mi bebé”, afirma.

El plan para tener un hijo varón comenzó desde antes de la gestación. Ella esperó pacientemente que el día de su ovulación coincidiera con la Luna en creciente, como le recomendó su abuela,  y cuando iba a ocurrir le advirtió a su marido. Finalmente, en la fecha acordada en el calendario, la pareja tuvo sexo después de varios días de inhibición.

“Me dijeron que durante el coito yo me debía poner arriba y mi esposo abajo. Decían que sicológicamente eso influía, porque yo estaba dominando y transmitiendo lo que yo quería: un varón”, cuenta.

También comió mucho más de lo que normalmente ella ingería, sin discriminar ningún alimento, pues una amiga le dijo que esto también funcionaba si quería un niño: “Comía como si yo fuera un hombre. Eso no me costó mucho trabajo”, confiesa.

Cuando ya estaba en embarazo, otra conocida le recomendó que le rezara a san Ramón Nonato, el que ella llamaba santo de la fertilidad. Esto ni siquiera lo intentó, lo que sí hizo varias veces fue tomar una aguja enhebrada y ponerla encima de la mano con la punta dirigida directamente al centro de la palma: “Me decían que si la aguja hacía círculos era niña y si hacía una línea recta era niño, siempre se movía sola y formaba una línea. Yo estaba feliz porque iba a tener mi varón”, afirma.

Su esposo, que había visto todo lo que ella era capaz de hacer por tener un niño, estaba seguro del sexo de su bebé el día de la ecografía: “La doctora ni siquiera había empezado y él le preguntó: ¿cómo está el niño? La muchacha se reía y no entendía la afirmación de mi marido hasta que nos confirmó el sexo del bebé: masculino”.

Según el ginecobstetra Félix Andrés Toro, epidemiólogo y magister en salud sexual y reproductiva, lo único que le pudo servir a Luz Marina fue tener relaciones sexuales el día de la ovulación. Lo demás no tiene comprobación científica.

A los dos años, Luz Marina volvió a quedar embarazada. Utilizó la misma posición sexual y también comió exageradamente. Nació su segundo hijo. “En el fondo todo influyó, pero hay otra cosa curiosa que es coincidencial: dicen que a los hombres que son machistas la vida los castiga con más mujeres y Humberto, mi esposo, no tiene nada de machista. Después lo pensé y analicé los casos cercanos”.

La pregunta ¿cómo puedo elegir el sexo de mi bebé? es frecuente en los  consultorios de los ginecobstetras, “sobre todo cuando la pareja está esperando su segundo hijo y quiere que el sexo sea distinto al de su primer hijo”, confiesa el ginecobstetra Félix Andrés Toro.

Y la respuesta que reciben los pacientes sobre el tema es que “cuando se tiene relaciones el día de la ovulación sí existe un aumento en las probabilidades de lograr el sexo deseado, porque los espermatozoides hombres son más rápidos pero tienen un periodo de vida más corto. Por lo tanto, si la mujer ha ovulado y se produce contacto durante las 48 y las 72 horas siguientes hay un 70 por ciento más de probabilidades de que el bebé sea hombre. Si por el contrario, la mujer no ha ovulado y se tienen relaciones sexuales es más factible que nazca una mujer. Eso es estadístico”, afirma el doctor.

Además, el especialista les cuenta a las pacientes interesadas que existen métodos científicos de fertilidad que sirven para elegir el sexo del bebé a través de la selección de los esperma en la fertilización in vitro: “En estos casos es ciento por ciento seguro que el bebé tendrá el sexo deseado por los padres,  pero la posibilidad de que el embarazo progrese es de 40 por ciento”, aclara.

La comida

La alimentación antes y durante el embarazo es fundamental para el desarrollo del bebé, eso es claro para los especialistas. Sin embargo, algunas personas han relacionado el tipo de alimentación de la madre con el sexo del bebé, lo cual no está comprobado.

“No conozco estudios aceptables que hablen sobre la comida, pero tampoco puedo negarlo porque puede que algún alimento, que desconozco, aumente la movilidad de los espermatozoides, aunque repito: esto no tiene aval científico”, afirma el doctor Toro.

La nutricionista María Leyla Luka es enfática en afirmar que la comida no incide en el sexo pues para ella “está claro que son los cromosomas del padre los que determinan el sexo del bebé y ahí la comida no tiene nada que ver”.

Sin embargo, hay quienes piensan que para tener un niño se debe comer carne roja, alimentos salados o bebidas con gas; y si se quiere tener una niña, según la sabiduría popular, la dieta debería basarse en pescado, vegetales, dulces, chocolate y lácteos.

Actividad paranormal

Algunas madres creen en el calendario chino, que según la leyenda tiene 700 años de antigüedad y fue descubierto en una tumba real de la dinastía Ching. Es una tabla estandarizada en la que la mujer selecciona su edad en el momento de la concepción y el mes en que el niño será concebido. Se supone que si el resultado es O será hombre y si es A será niña.

Para predecir el sexo de sus hijos, los mayas marcaban cada día de la gestación con nudos en una cuerda y también tenían en cuenta la edad de la mujer y el mes en que debería producirse el embarazo. Esta tabla es consultada por mujeres aún.

Son tantos los agüeros que se han creado en torno al tema, que se ha llegado a decir que el hombre debería usar calzoncillos si quiere un varón y que si ansía una niña debe optar por un bóxer. Otros afirman que la visualización es fundamental y, por eso, los padres deben imaginarse que están cargando a un niño o a una niña, según su deseo. En México se cree que el sexo del segundo bebé será el mismo que el del primogénito si se concibe antes de que cumpla dos años.

También se dice que la hora en la que se concibe es importante: para tener un varón se supone que se deben tener relaciones sexuales en la noche, otros afirman que al amanecer. Incluso, se dice que se debe hacer en los días impares del mes y, si se quiere una niña, lo correcto sería hacer el amor en los días pares y en horas de la tarde.

Para el ginecobstetra Félix Andrés Toro, todas esas creencias rayan en el ámbito del terreno paranormal: “Ninguna técnica que tenga que ver con rezos y lunas tiene un fundamento científico. Esto tiene que ver más con las creencias de la persona”.

Las relaciones sexuales

Se piensa que para tener un niño es necesario que la mujer se ubique arriba durante el coito, luego debe acostarse y permanecer así durante un rato. Otras personas afirman que el hombre debe lograr el orgasmo primero para que puedan concebir un niño. Según la creencia, la finalidad es facilitar que los espermatozoides masculinos lleguen más rápido que los femeninos. Si una pareja busca tener una niña, se supone que la mujer debe tener la iniciativa sexual y alcanzar primero su orgasmo. “Con respecto a la posición, podría existir alguna relación con el desempeño de los espermatozoides masculinos y femeninos, pero a pesar de la posible correlación no conozco ningún documento científico que lo avale o recomiende como técnica para aumentar las posibilidades”, asegura el doctor Toro.