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CUANDO SE PUEDE UTILIZAR EL HUMOR EN UNA SESIÓN DE TERAPIA


Albert Ellis era un psicoterapeuta cognitivo estadounidense que formuló y desarrolló la Terapia Racional Emotiva Conductual. Ellis pensaba que las personas para encontrase psicológicamente bien, debían de conseguir un cambio filosófico en sus vidas que afectara a sus emociones y sus conductas. Además, pensaba que gran parte de las distorsiones emocionales de la gente consisten esencialmente en tomarse la vida demasiado en serio, exagerando el significado y la dimensión de las cosas. En definitiva: dramatizando y no aplicando el humor a lo que nos pasa en nuestra vida cotidiana.

Y es que, la exageración de una idea irracional en forma jocosa, realizada por el psicólogo/a en terapia, puede funcionar de forma paradójica y ayudar al paciente a darse cuenta de lo que se está diciendo así mismo y lo poco funcional de dicha manera de pensar. Puede ser una manera muy didáctica para el paciente llegar a darse cuenta -por una vía poco habitual- de la naturaleza ilógica de sus miedos o compulsiones. El humor serviría en el marco de la terapia, para desenmascarar las ideas perturbadoras y “dejarlas en ridículo”: neutralizándolas.

“Un signo de salud mental es reírse de sí mismo” (Rocamora)

El uso del humor por parte del terapeuta puede ser una buena herramienta de trabajo siempre que se utilice, como las demás técnicas, en el momento y con la justificación adecuada. Un mal uso del humor por parte del psicólogo/a podría llegar a desbaratar la alianza terapéutica con el paciente.

Es decir, el humor podrá ser utilizado en terapia siempre y cuando:

El terapeuta no lo utilice en su propio interés, mostrando su superioridad frente al paciente.
Como Respuesta de Evitación por parte del psicólogo/a incomodado en tratar ciertos temas.
Cuando sea pertinente y en sus justa medida. Siempre que el uso del humor pueda ser valioso para el paciente.

El terapeuta que sabe utilizar el sentido del humor correctamente en su labor profesional, tiende a emplear el humor con naturalidad y lo aplicará:

Para potenciar en el paciente la asunción de una nueva perspectiva, más amplia, desde diferentes puntos de vista de la realidad que está viviendo y que le permite ver los propios problemas y los de los demás, en un contexto más amplio.

Para reforzar el vínculo paciente-terapeuta: favoreciendo la alianza terapéutica, encaminada a la consecución de los objetivos terapéuticos.
“La imaginación consuela a los hombres de lo que no pueden ser. El humor los consuela de lo que son” (W. Churchill)

Podemos terminar diciendo que en terapia como en nuestra vida cotidiana, el uso habitual del sentido del humor nos permite ser menos arrogantes y por tanto más humildes. El humor rivaliza contra el miedo al ridículo, relativiza o dulcifica la dureza de la realidad. Sirve para encontrar solución a los problemas de una manera más imaginativa y libre de prejuicios.

El humor facilita la adaptación al cambio y a salir con menos miedo de nuestra zona confort. Rebaja el sentimiento de frustración que sentimos al darnos cuenta de nuestras propias limitaciones. El humor en nuestra viva, en definitiva, sirve para desdramatizar y suavizar los sin sabores inevitables de nuestra existencia.

“Si no tienes sentido del humor, estás a merced de los demás” (William Rotsler)

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