Mary
Baremore recuerda cuando hace unos años una amiga cercana le contó sus
problemas matrimoniales. Su esposo era prepotente, le explicó la amiga. A menudo sentía que sus
opiniones eran desestimadas y que era rechazada sexualmente. Entonces empezó a
llorar.
Baremore la escuchó pero no dijo mucho, aunque pensaba que su
amiga debía enfrentar a su marido y hablar con él. Tímidamente, le preguntó a ella si había pensado
en ir al psicólogo.
“Me sentí totalmente inepta”, dice Baremore, de 53
años, que vive en St. Paul, Minnesota.
Tarde o temprano, alguien con serios
problemas matrimoniales o de pareja querrá hablar sobre lo que le pasa y
posiblemente pida consejos. Apoyar
a esa persona —un familiar, un amigo o un colega— es un desafío. Nadie nos
enseña a dar apoyo emocional.
Cuando
alguien que nos importa nos hace una confidencia, un instinto común es hacer que la persona se sienta mejor
a cualquier precio. Quizás le damos esperanzas falsas o criticamos a la
pareja, y si tenemos una relación cercana con esta persona, su sufrimiento puede hacerse
nuestro.
Algunos expertos están enseñando cómo
tener más confianza y ser más efectivo para brindarle apoyo a un amigo o
familiar que atraviesa una crisis matrimonial o de pareja, y cómo fijar y
mantener límites.
“La meta del primer referente
matrimonial es ser un buen amigo, no un terapeuta”.
Los primeros referentes matrimoniales
son aquellos a los que la gente acude naturalmente cuando necesitan hablar. Un estudio entre
personas de entre 25 y 70 años, realizado por Doherty y sus colaboradores, indica que 74% de los adultos
han escuchado a alguien que atravesaba una crisis matrimonial o un problema en
una relación a largo plazo.
Estas personas suelen ser una amiga, un
familiar (especialmente un hermano o hermana o un adulto joven), un amigo o un
colega.
En
su investigación, Doherty descubrió que la gente que le cuenta sus problemas a un amigo dice que
lo que más ayuda es que el amigo sólo escuche. Los confidentes también pueden ayudar dando apoyo
emocional y ayudando al amigo con problemas a poner en perspectiva la
situación. A menudo pueden ayudar a una persona a comprender su contribución al
problema o qué siente la pareja.
Los confidentes pueden cometer errores.
Emiten juicios de valor o hablan demasiado sobre sí mismos. Se ponen de un lado de
la pelea. Intentan solucionar el problema. “No confundan ser un confidente con dar consejos”,
advierte Doherty.
La destreza más importante para los
primeros referentes matrimoniales es escuchar, dice Doherty. Como confidente, hay que tener cuidado de no
interrumpir ni ofrecer la perspectiva propia demasiado pronto. Evite sacar conclusiones, y
recuerde: está escuchando sólo un lado de la historia.
Intente empatizar con el dolor de la
persona, no los detalles de su historia. Refleje los sentimientos de la persona (“imagino cómo te dolió sentir que
tu esposa te desestimara frente a tus amigos”).
La comunicación no verbal —una mirada,
un toque— ayuda mucho.
Debería
decir cosas que afirmen las fortalezas de su amigo y su relación: “Sé que te preocupas”, “has
superado tormentas otras veces”. Evite ser tan positivo que la otra persona no se sienta
escuchada.
Ofrezca una perspectiva al ayudar a la
otra persona a ver que muchos problemas en las relaciones son comunes y se
pueden superar.
Ayude a su amigo a considerar los
sentimientos de su pareja.
No acepte adicciones,
aventuras extramatrimoniales o abusos como algo “normal”.
Quizás
quiera compartir
brevemente una de sus experiencias, pero tenga cuidado de no igualarla
con la de la otra persona, para
no parecer un sabelotodo, dice Doherty.
Si
una persona parece atascada en un problema, el confidente debería “desafiar” al amigo, sugiere
Doherty. Sugiera gentilmente
que la persona se comunique con más claridad con la pareja o que analice sus
expectativas y contribuciones al problema.
Si
alguien parece a punto de tomar una mala decisión, un confidente podría darle
un consejo. Pero debería ser específico e infrecuente. Recomiende un libro o el nombre de un terapeuta
matrimonial. “El primer referente, por definición, no es el último referente”,
afirma Doherty.
No le conviene aumentar la negatividad
ni ponerse peor que el amigo que le cuenta sus problemas.
Según su relación con la pareja, quizás
tenga que resistirse a ser arrastrado a un triángulo.
No se convierta en el confidente de
ambos integrantes
de la pareja ni actúe como
mediador.
La mayoría de los problemas de las
relaciones —falta de sexo, sentir que no lo escuchan, conflictos por dinero, la
crianza de los hijos— son universales y puede
ser reconfortante para una persona escucharlo.
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