1.
Nunca comas sin hacer ejercicio antes. Y, menos aún, nada más
levantarte. Necesitas ‘despertar’ a tu organismo: muévete 15 minutos y luego
descansa otros 15. Así te aseguras la
buena absorción de los alimentos y su capacidad para quemar calorías.
2.
Levanta pesas tres veces al mes. O haz otro deporte que estimule todos los
grupos musculares. Los mantendrás en forma y dispararás el resto de los
componentes químicos que benefician a tu organismo (enzimas, aminoácidos…).
3.
Toma hidratos buenos. Es decir, los de las verduras. No tomes más de 40 gramos de hidratos en cada
comida (lo justo para contentar al cerebro y los músculos y evitar engordar).
¿Cuánto es eso? Lo que ocuparían 4 iPhone o BlackBerry apilados en un plato.
4.
¡Duerme! Porque, entre otras cosas, estimula la tiroides (la hormona que
ajusta la velocidad del metabolismo). Además, si te sueñas delgada, mejor que
mejor. Pon tu mente en situación: imagínate tal como quieres estar. Te inducirá
a seguir buenas prácticas, te mentalizará.
5.
Come sólo en las comidas. No picotees entre horas, porque evita que el
cuerpo consuma sus propias reservas de grasa para obtener energía. “El concepto
de 3 comidas al día estará pasado de moda, pero funciona”.
6.
¡Vivan las proteínas! El cuerpo necesita, ante todo, proteínas. Las
perdemos a diario y hay que reponerlas. Debido a esta necesidad extrema, “el
cerebro siempre las está buscando”. Por eso, una vez que las tomas se relaja
(es decir, las proteínas calman el hambre).
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