A
finales del XVI y principios del XVII se produjeron graves alteraciones
climáticas en el planeta. Las crónicas reflejan que el frío se hizo
insoportable entre 1585 y 1610. «En ese periodo se produjeron las
mayores persecuciones de brujas, acusadas de ser las causantes de las bajísimas
temperaturas que azotaban Europa», señala Brian Fagan, arqueólogo y antropólogo
inglés, autor del libro 'La Pequeña Edad de Hielo'.
En
la ciudad alemana de Wiesensteig, decenas de mujeres fueron arrojadas a la
hoguera en 1563 acusadas de alterar el clima a través de prácticas de brujería.
Entre 1580 y 1620, en Berna, más de mil personas fueron
quemadas en la hoguera por la misma razón. En Francia e Inglaterra las ejecuciones alcanzaron su
punto culminante en 1587 y 1588, dos años en los cuales el clima fue sumamente
desfavorable.
Algunas de las obras de los pintores flamencos de finales
del siglo XVI y principios del XVII, como Hendrick Avercamp o Pieter Brueghel
el Viejo, muestran el gélido ambiente de las ciudades holandesas de la época. Los picos de frío intenso se
repitieron años más tarde, tal y como reflejó Abraham Hondius en un
cuadro que pintó en 1677 y en el que se puede ver a un grupo de londinenses
paseando sobre un Támesis totalmente helado.
Del
11 al 22 de noviembre de 1570, un gigantesco vendaval que se desplazó de
sudoeste a noreste por el mar del Norte generó olas inmensas que derribaron
diques y otras defensas costeras en los Países Bajos. Murieron unas cien
mil personas. Los siguientes diez años estuvieron marcados por terribles
tormentas, una de las cuales echó a pique una parte de la Armada Invencible.
Pero
¿cuál fue la causa de aquel cambio climático? En el siglo XVII, los
japoneses vieron con frecuencia un cielo enrojecido producido por potentes erupciones volcánicas que
arrojaron enormes cantidades de ceniza a la atmósfera. Aquel velo desvió
parte de la radiación solar, lo
cual enfrió las temperaturas de buena parte del planeta.
En 1640, los volcanes Villarica (Chile) y Parker
(Filipinas) agravaron la situación. La fabulosa concentración de ceniza emitida por las doce erupciones
volcánicas que hubo en el Pacífico entre 1638 y 1644 coincidió con el mínimo de
manchas solares, lo que pudo haber colaborado a enfriar el clima.
El monje italiano Francesco Voersio describió en 1631 los efectos de aquella
miniglaciación: «Las generaciones futuras no creerán las penalidades, el dolor
y la miseria que estamos sufriendo».
¿El Sol tuvo algo que ver en esa Edad de Hielo?
Algunos
investigadores creen que, además del aumento de la actividad volcánica, otra de
las causas de la Pequeña Edad de Hielo fue una disminución de la actividad
solar. Entre 1630 y 1715, apenas se observaron manchas en la superficie del astro rey.
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